Conocimiento: El mensajero del bien venidero

mensajero

George Gurdjieff tenía una personalidad misteriosa y carismática, con un agudo sentido crítico, y una elevada cultura tradicional, acaparó la atención de muchos, guiándolos hacia una posible evolución espiritual y humanitaria.
  
Extracto del libro: El mensajero del bien venidero – Primer llamamiento a la humanidad contemporánea

George Gurdjieff, París - 1932
   
El hombre contemporáneo, debido a ciertas condiciones de la vida diaria, casi imperceptibles, que se encuentran arraigadas con fuerza en la civilización moderna y que parecen haberse convertido en "inevitables", por decirlo de algún modo, en la vida diaria, se ha ido desviando gradualmente de la condición natural que debería haber representado a cuenta de la suma total de las influencias del lugar y el entorno en el que nació y fue criado y que, en condiciones normales, sin impedimentos artificiales, debería haber indicado por su naturaleza para cada ser individual el sendero legítimo de su desarrollo en ese ser normal final en el que debería haberse convertido ya incluso en la edad preparatoria.
Hoy en día, la civilización, con su alcance ilimitado para extender su influencia, ha arrancado al hombre de las condiciones normales en las que debería estar viviendo.
   
No deja de ser cierto que la civilización moderna ha abierto unos horizontes nuevos y extensos en las diversas llamadas "ciencias" técnicas, mecánicas y muchas otras, gracias a lo cual ha agrandado su percepción del mundo, pero la civilización, en lugar de permitir un crecimiento equilibrado y un alto grado de desarrollo, que se ha formado tan sólo en ciertos aspectos del ser general en detrimento de otros, mientras que, debido a la ausencia de una educación armoniosa, determinadas facultades inherentes al hombre han sido completamente destruidas, y, de este modo, le han privado de los privilegios naturales de su condición. En otras palabras, al no educar a la generación creciente de modo armonioso, esta civilización, que debería haber sido, conforme al sentido común, en todos los aspectos como una buena madre para el hombre, le ha ocultado lo que en realidad debería haberle ofrecido; y resulta que incluso le ha arrebatado la posibilidad de desarrollarse de modo progresivo y equilibrado como nuevo ser, un desarrollo que, inevitablemente, habría tenido lugar si tan sólo el curso del tiempo y la conformidad a la ley del progreso general humano hubieran actuado con libertad.
  
A partir de este razonamiento, puede establecerse con claridad el hecho indudable de que, en lugar de un ser individual consumado, que los datos históricos mostrarían desde hace siglos como un sujeto en comunión con la Naturaleza y el entorno que lo genera, se desarrolló un ser desarraigado de su suelo, incompetente ante la vida, y para quien todas las condiciones
normales de existencia eran extrañas.

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Uno de los resultados más perniciosos de una educación unilateral es que las percepciones y manifestaciones del hombre moderno, que se forma finalmente en la edad responsable, no constituyen la expresión consciente de su Ser como completo, sino que tan sólo representan los resultados de reflejos automáticos de una u otra parte de su integridad general.
   
La psique en general del hombre moderno está dividida en tres partes, por decirlo de algún modo, "entidades" completamente independientes que no implican ninguna relación entre ellas y que están separadas tanto en el campo de sus funciones como en el de sus manifestaciones, mientras que, de acuerdo con los datos históricos, estas tres fuentes formaban en la mayoría de las personas, ya incluso en los tiempos de la civilización babilónica, un conjunto indivisible, que constituía a la vez un depositario común para todas sus percepciones y un Centro radiante de manifestaciones.
Debido a esta educación unilateral del hombre moderno, estas tres fuentes o centros de vida totalmente independientes, es decir, en primer lugar, la fuente de la vida intelectual, en segundo lugar, la fuente de la vida "emocional" y, en tercer lugar, el instinto o centro "motor", en lugar de fundirse interiormente como deberían para producir manifestaciones externas comunes, han originado funciones externas tardías e independientes, y tanto los métodos de educación de estas funciones, como la calidad de sus manifestaciones se han vuelto dependientes de unas condiciones exteriores subjetivas especiales.
Según las deducciones basadas en experimentos detallados llevados a cabo por el propio G. Gurdjieff, al igual que las de muchas otras personas que han analizado este tema con profundidad, cada percepción y manifestación realmente conscientes del hombre puede ser tan sólo resultado directo del trabajo simultáneo y coordinado de las tres fuentes mencionadas, que configuran su individualidad general, y cada una de las cuales debe cumplir su papel, es decir, aportar su propia contribución de asociaciones y experiencias.
  
La completa consecución de la manifestación indispensable y normal en cada caso distinto es posible sólo bajo la coordinación de la actividad de estas tres fuentes.
  
En el hombre moderno, en parte debido a la educación anormal que ha recibido en la edad preparatoria, y en parte debido a las influencias de ciertas causas de las anormales condiciones generalmente establecidas en la vida moderna, el funcionamiento de sus centros psíquicos durante la edad responsable se encuentra prácticamente desconectado. Por consiguiente, sus funciones intelectuales, emocionales e instintivamente motoras no actúan como complemento natural, correctivas entre ellas, sino que, al contrario, viajan siguiendo diferentes trayectorias que en raras ocasiones coinciden y, por esta razón, permiten muy poco margen para obtener lo que debería realmente entenderse por "consciencia", término que se utiliza de modo incorrecto en nuestros días.

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Como resultado de la escasez de actividad coordinada en estas tres partes de la psique humana formadas separadamente y educadas de manera independiente, el hombre moderno representa tres hombres distintos en un solo ser individual, el primero de los cuales piensa en completa reclusión respecto a las partes restantes, el segundo tan sólo siente, y el tercero actúa automáticamente, de acuerdo con los reflejos establecidos o accidentales de sus funciones orgánicas.
Estos tres hombres en uno deberían, conforme a los designios de la Madre Naturaleza, representar en la edad responsable el hombre que debería ser: el "hombre-sin-comillas", es decir, el hombre verdadero.
  
Estas tres partes, que fueron delineadas deliberadamente por la Madre Naturaleza para componer un conjunto completo, como consecuencia de la no asunción a su debido tiempo del hábito de entendimiento y ayuda mutuos, a través del defecto humano y de su falsa educación, produce este resultado que, en el periodo de manifestaciones responsables del hombre moderno, no sólo no se ayudan entre sí sino que, al contrario, se ven automáticamente obligadas a frustrar los planes e intenciones de cada una de las partes restantes. Además, cada una de ellas, al dominar a las otras en momentos de acción intensiva, parece ser la que controla la situación, y asume así las responsabilidades del verdadero "Yo" de un modo totalmente engañoso.
Esta realización de la actividad desconectada y conflictiva entre los centros de origen, que debería representar la psique del hombre y que, de modo simultáneo, de la completa ausencia de una concepción teórica de la indispensabilidad de una educación correspondiente a estas tres partes separadas y relativamente independientes, dejando a un lado la ignorancia de su aplicación práctica, debe conducir inevitablemente a la conclusión de que el hombre ni siquiera es capaz de controlarse a sí mismo.
No puede ser dueño de sí mismo, porque no controla estos centros, que deberían funcionar en completa subordinación a su consciencia, y porque, además, ni siquiera conoce cual de estos centros es el que los gobierna a todos al completo. El sistema aplicado en el Instituto Para El Desarrollo Armonioso Del Hombre, que consiste en observar las actividades psíquicas humanas, demuestra claramente que el hombre moderno nunca actúa bajo propio acuerdo, sino que tan sólo manifiesta acciones estimuladas por irritaciones externas.

El hombre moderno no piensa, sino que algo piensa por él; no actúa, sino que algo actúa a través de él; no crea, sino que algo se crea a partir de él; nunca alcanza nada, sino que es a través de él como se alcanzan las cosas.

En un niño recién nacido, estas tres partes diferenciadas de la psique humana pueden compararse a un sistema de discos de gramófono en blanco, sobre los cuales se empieza a grabar, desde el mismo día de su aparición en el mundo, la significación externa de los objetos y el entendimiento subjetivo de su significado interior, o el sentido de los resultados de todas las acciones que tienen lugar en el mundo exterior, así como en el mundo interior que ya se está formando en él. Todo esto se graba de acuerdo con la correspondencia entre la naturaleza de estas acciones y la naturaleza de los distintos sistemas que se forman en el hombre.
Todas las clases de resultados grabados de acciones del entorno permanecen invariables en cada uno de estos "discos-depositarios" durante toda la vida, en la misma secuencia y en la misma correlación que las impresiones previamente grabadas, en las que son percibidos.
Todas las impresiones grabadas en estas tres partes relativamente independientes que componen la psique general del hombre, realizarán más tarde, en el periodo de edad responsable, todo tipo de asociaciones en diversas combinaciones.
Lo que llamamos "razón" en el hombre, así como en todas las formas externas de vida, no es más que la concentración de los resultados de las impresiones de diferente calidad previamente percibidas, y la estimulación y repetición de éstas provoca varios tipos de asociaciones en el ser.

Las impresiones grabadas poseen tres fuentes de origen, y están sujetas a tres tipos influencias que se ajustan a leyes diferentes.
La primera categoría de asociaciones se forma a partir de la percepción involuntaria de impresiones que proceden directamente del mundo exterior y del mundo interior del hombre, como resultado de ciertas asociaciones previas, constantes y repetidas de modo automático.
La segunda categoría se forma a partir de la percepción voluntaria de impresiones procedentes del mundo exterior o que han cristalizado en el mundo interior del hombre por medio del pensamiento deliberadamente activo y de verificaciones de la realidad.
Por último, la tercera categoría se origina exclusivamente a partir del proceso llamado "contemplación-transformada", que consiste en la confrontación de las impresiones homogéneas de todos los orígenes, que han sido fijadas, mientras se sigue manteniendo un contacto continuo entre sus centros interiores y separados.
El almacenamiento en la integridad del hombre de las tres categorías distintas de impresiones enumeradas en los párrafos anteriores, a partir de las cuales se manifestará la psique humana, confirma, entre otras cosas, la verdadera diversidad de los tres estados determinados de la consciencia del hombre y define su calidad e importancia.

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Con los métodos del Instituto Para El Desarrollo Armonioso Del Hombre, un individuo puede, de manera definida y sin que quepa la menor duda, establecer que la consciencia humana consiste en tres capacidades definidas de manifestación, y estas capacidades, a su vez, están formadas y determinadas por las asociaciones de impresiones que tienen su origen en una de las tres categorías ya mencionadas.
  
Uno de los tres estados de consciencia que, en el sentido objetivo, se considera el más elevado y deseable en el hombre, está basado exclusivamente en asociaciones de impresiones de la tercera categoría previamente percibidas.
El segundo estado de consciencia está configurado a partir de las asociaciones de impresiones del segundo orden, ya mencionado, que corresponde a las de percepción voluntaria.
Al tercer estado de la consciencia humana, podemos atribuirle, sin dificultad alguna, el tipo de consciencia para la que el hombre moderno, en su deseo de enfatizar su gran importancia y sin dudar en ninguna ocasión de la corrección de su denominación, ha adoptado la expresión de "consciencia-en-estado-despierto".
  
Este estado de consciencia, a la que el hombre moderno atribuye la mayor importancia, de acuerdo con las elucidaciones experimentales científicamente organizadas y minuciosamente verificadas, ha demostrado ser producto de impresiones constantemente repetidas, involuntarias y percibidas accidentalmente, así como de impresiones creadas artificialmente y
"aprendidas-de-memoria".
  
Hoy en día, la mayoría de las personas, como consecuencia de las condiciones de su existencia que se van deteriorando continuamente, se han acostumbrado a dar prioridad a esta consciencia, a la que se llega a partir de las impresiones que se han mencionado hace un momento, es decir, las percepciones "aprendidas-de-memoria" e involuntarias de impresiones accidentales que recibimos del entorno que nos rodea.
  
En el hombre que alcanza el grado más alto de consciencia por medio de asociaciones, compuestas por impresiones de la primera categoría, los procesos de imaginación, memoria, juicio, razonamiento y pensamiento no son más que una cristalización automática, que resulta de los llamados "esfuerzos concentrados", a cuyo proceso él se refiere con el altisonante
nombre de "atención", mientras que estas impresiones ya cristalizadas y percibidas automáticamente, y las susodichas manifestaciones no son más que el resultado de impresiones previamente repetidas y accidentales, o, dicho de otro modo, todos los procesos del mundo interior de este hombre consisten en un simple repaso automático de varias combinaciones de las experiencias repetidas con frecuencia de las, por llamarlas de algún modo, impresiones "antiguas". Y las manifestaciones de este hombre en la vida diaria, todos sus impulsos, pensamientos, sentimientos, palabras, convicciones, creencias y acciones radican de modo exclusivo en el material de dichas impresiones en sus varias combinaciones, cristalizadas en su integridad.
  
Estas combinaciones se forman bajo la influencia de conmociones casuales que aplican un movimiento más o menos intenso a uno u otro grupo de impresiones previamente percibidas que, en este caso, se convierten en el centro de las asociaciones.
Cada nueva conmoción, o una conmoción de un grado de intensidad distinto evoca otra asociación y, como consecuencia, otra cadena de pensamiento, sentimiento y acción, etc., y ningún centro en el poseedor de tal consciencia puede añadir nada propio o nuevo a las combinaciones que se forman de esta manera, así como tampoco puede, ni siquiera en el momento de mayor intensidad en su actuación, hacer uso del material procesado en otros centros.
   
Se concluye que, como la percepción del mundo del poseedor de tal consciencia siempre llega a través de una sola parte de él o, en otras palabras, como el poseedor de tal consciencia utiliza tres procesos distintos de percepción, que poco tienen en común y raras son las ocasiones en que, casualmente, se asocian, siempre de modo parcial, cada uno de sus juicios, como producto de tan sólo una parte de su psique y de las expresiones de una parte del material a su disposición, es invariablemente unilateral y, consecuentemente, necesariamente errónea.

Martes, 13 de Septiembre de 1932.
Café de la Paix.
París.


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