Psicología de la posible evolución del hombre

Ouspensky


"El aprender jamás es acumulativo; es un movimiento de conocer, que no tiene principio y no tiene fin".
 
Krishnamurti






PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE - P. D. Ouspensky
 
Nueva York, 1945
  
Hablaré sobre el estudio de la psicología, pero debo advertirles que la psicología de la cual me ocupo es muy diferente de cuanto ustedes pueden conocer bajo ese nombre.
Para comenzar debo decir que prácticamente nunca en su historia la psicología ha estado a un nivel tan bajo como en la actualidad. Ha perdido todo contacto con su origen y su significado, a tal punto que aún hoy es difícil definir la palabra «psicología», esto es precisar qué es la psicología y qué estudia. Y es así a pesar de que nunca en la historia ha habido tantas teorías psicológicas ni tantos escritos psicológicos.
A veces a la psicología se le llama una nueva ciencia. Esto no tiene ninguna razón. Quizá la psicología es la ciencia más antigua, y en sus rasgos más esenciales, desafortunadamente, una ciencia olvidada.
   

PRIMERA CONFERENCIA

Para comprender cómo se puede definir la psicología es necesario darse cuenta de que la psicología nunca ha existido bajo su propio nombre, excepto en tiempos modernos. Por una u otra razón siempre se ha sospechado de tendencias equivocadas o subversivas de la psicología, ya sean religiosas, políticas o morales, y por lo tanto ha tenido que usar diferentes disfraces. Por miles de años la psicología existió bajo el nombre de filosofa.

En la India todas las formas de Yoga, que son esencialmente psicología, se describen como uno de los seis sistemas de filosofía.
Las enseñanzas Sufíes, que ante todo son psicológicas, se consideran en parte religiosas y en parte metafísicas. En Europa, hasta no hace mucho tiempo, en las últimas décadas del siglo diecinueve, muchos trabajos sobre psicología eran considerados como filosofa. Y a pesar de que casi todas las subdivisiones de la filosofía, tales como la lógica, la teoría del conocimiento, la ética, la estética, se referían al trabajo de la mente humana o de los sentidos, la psicología era considerada como inferior a la filosofía y como relacionada sólo con los lados más bajos o más triviales de la naturaleza humana.

Durante el tiempo en que la psicología estuvo conectada con la filosofía y la religión, también existía bajo la forma de Arte. La Poesía, el Drama, la Escultura, la Danza, y aun la Arquitectura eran medios de transmisión del conocimiento psicológico. Por ejemplo, las catedrales góticas eran en su sentido primordial tratados de psicología.
En la antigüedad antes de que la filosofía, la religión y el arte adoptaran formas separadas, bajo las cuales las conocemos ahora, la psicología había existido en forma de Misterios, tales como los de Egipto y de la antigua Grecia.
Posteriormente, luego de la desaparición de los Misterios, la Psicología existió en forma de Enseñanzas Simbólicas, las que algunas veces estaban ligadas a la religión de la época y otras no, como en los casos de la astrología, la alquimia, la magia; y entre los más modernos, la Masonería, el Ocultismo y la Teosofía.

Todos los sistemas psicológicos y doctrinas, tanto los que existen o los que existieron abiertamente como los que fueron ocultos o disfrazados, pueden dividirse en dos categorías principales.

Primero: los sistemas que estudian al hombre tal como ellos lo encuentran, o tal como ellos suponen o lo imaginan ser. La psicología «científica» moderna, o lo que se conoce bajo este nombre, pertenece a esta categoría.
  
Segundo: los sistemas que estudian al hombre no desde el punto de vista de lo que es, o de lo que parece ser, sino desde el punto de vista de lo que puede llegar a ser; esto es, desde el punto de vista de su posible evolución.
  
Estos últimos sistemas son en realidad los originales, o en todo caso los más antiguos, y sólo ellos pueden explicar el origen olvidado y el significado de la psicología.

Cuando comprendamos la importancia del estudio del hombre desde el punto de vista de su posible evolución, comprenderemos que la primera respuesta a la pregunta: ¿qué es psicología? debería ser que la psicología es el estudio de los principios, leyes, y hechos de la posible evolución del hombre.
 
descubrir
 
Nuestra primera pregunta será: ¿qué quiere decir la evolución del hombre?, y la segunda: ¿se requieren condiciones especiales para ello?
  
Sobre el origen del hombre y su previa evolución, debemos darnos cuenta de que no sabemos nada acerca de su origen y que no tenemos pruebas de la evolución física o mental del hombre.
  
Por el contrario, si tomamos la humanidad histórica, es decir, la humanidad de los últimos diez o quince mil años, podemos encontrar señales inconfundibles de un tipo de hombre superior, cuya presencia se puede establecer ante la evidencia de monumentos antiguos y conmemorativos que la humanidad actual no puede repetir o imitar.
Con respecto al hombre prehistórico o a esas criaturas de aspecto parecido al hombre y sin embargo, al mismo tiempo, tan diferentes de él, cuyos huesos se encuentran en yacimientos del período glacial o preglacial, podemos aceptar la muy plausible idea de que esos huesos pertenecen a un ser bastante distinto del hombre, que pereció hace mucho tiempo.

Nuestra idea fundamental va a ser que el hombre, tal como lo conocemos, no es un ser completo; que la naturaleza lo desarrolla sólo hasta un cierto punto y que luego lo deja, para que siga desarrollándose por sus propios esfuerzos e iniciativas, o vivir y morir tal cual nació, o degenerar y perder su capacidad de desarrollo.
En este caso la evolución del hombre querrá decir el desarrollo de ciertas cualidades y rasgos interiores que generalmente permanecen sin crecer y que no pueden desarrollarse por sí solos.

Tenemos que comenzar con la idea de que sin esfuerzos es imposible la evolución; sin ayuda, igualmente, es imposible.
  
Después de lo cual tenemos que comprender que, en el camino del desarrollo, el hombre tiene que hacerse un ser diferente, y tenemos que aprender y comprender en qué sentido y en qué dirección el hombre tiene que hacerse un ser diferente; es decir, qué significa ser un ser diferente.
Luego tenemos que comprender que no todos los hombres pueden desarrollarse y llegar a ser seres diferentes. La evolución es cuestión de esfuerzos personales, y en relación con la masa de la humanidad la evolución es una rara excepción. Puede parecer extraño, pero debemos darnos cuenta de que no sólo es rara, sino que cada vez está llegando a ser más y más rara.

¿Por qué no se pueden desarrollar todos los hombres y llegar a ser seres diferentes?
La respuesta es muy sencilla. Porque no lo quieren.
Si el hombre no lo quiere, o si no lo quiere con suficiente intensidad, y no hace los esfuerzos necesarios, nunca se desarrollará. De manera que en esto no hay injusticia. ¿Por qué debería tener lo que no quiere? Si al hombre se le forzara a convertirse en un ser diferente, cuando está satisfecho de lo que es, esto si sería entonces injusticia.

Ahora preguntémonos qué significa un ser diferente. Si consideramos todo el material que podamos conseguir, que se refiera a esta proposición, encontramos la afirmación de que al hacerse un ser diferente el hombre adquiere muchas nuevas cualidades y poderes que no posee ahora. Esta es una afirmación común encontrada en toda clase de sistemas que admiten la idea de un crecimiento psicológico o interior del hombre.

La verdad es que antes de que el hombre adquiera cualesquiera nuevas facultades o poderes, que no conoce ni posee ahora, tiene que adquirir facultades y poderes que tampoco posee, pero que se arroga a sí mismo; es decir, que cree que las conoce y que las puede usar o controlar.

El hombre no se conoce a sí mismo. No conoce, ni sus propias limitaciones, ni sus propias posibilidades. Ni siquiera conoce lo mucho que no se conoce.

El hombre ha inventado muchas máquinas, y sabe que una máquina complicada necesita algunas veces años de estudio cuidadoso antes de poder usarla o controlarla. Pero no aplica este conocimiento a sí mismo, aunque él mismo sea una máquina mucho más complicada que cualquier máquina que ha inventado.

Tiene toda clase de ideas falsas acerca de sí mismo. Ante todo, no se da cuenta de que él es verdaderamente una máquina.

Por sí mismo, es tan sólo un autómata con cierta provisión de recuerdos de experiencias previas y cierta cantidad de energía de reserva.
Tenemos que comprender que el hombre no puede hacer nada. Pero él no se da cuenta de ello y se atribuye la capacidad de hacer. Esta es la primera cosa falsa que el hombre se arroga.

El hombre es una máquina, pero una máquina muy peculiar. Es una máquina que, en las circunstancias adecuadas, y con el tratamiento adecuado, puede saber que es una máquina. Al darse plena cuenta de ello puede encontrar los medios para dejar de ser una máquina.
Ante todo, el hombre debe saber que él no es uno; él es muchos. No tiene un Yo permanente e inmutable. Él es siempre diferente. En un momento es uno, en el siguiente momento es otro, en el tercer momento es un tercero, y así sucesivamente, casi sin término.

La ilusión de unidad o unicidad se crea en el hombre, ante todo, por la sensación de un cuerpo físico, luego por su nombre, que en casos normales siempre sigue siendo el mismo, y tercero, por cierto número de hábitos mecánicos que le son implantados por la educación o los adquiere por imitación.
 
aprender
 
¿qué clase de cambio es posible para el hombre?, y ¿cómo y cuándo comienza este cambio?

El desarrollo no puede comenzar basado en la mentira qué uno se hace a sí mismo, ni engañándose a sí mismo. El hombre debe saber lo que tiene y lo que no tiene. Esto significa que debe darse cuenta de que no posee las cualidades ya descritas que se arroga a sí mismo, o sea: la capacidad de hacer, la individualidad o unidad, un Yo permanente, y además Conciencia y Voluntad.

La más importante y la más engañosa de estas cualidades es la conciencia. Y el cambio en el hombre comienza por el cambio de su comprensión del significado de la conciencia, para seguir luego con la adquisición gradual de su dominio sobre ella.

¿Qué es la conciencia?
  
En la mayoría de los casos en el lenguaje ordinario se usa la palabra "conciencia" como un equivalente de la palabra "inteligencia", en el sentido de actividad de la mente.
  
En realidad, la conciencia es una especie muy particular de "darse cuenta" en el hombre, independiente de su actividad mental. Ante todo, "darse cuenta" de sí mismo, darse cuenta de quién es él, de dónde está, y más aun "darse cuenta" de lo que sabe, de lo que no sabe, y así sucesivamente.
  
Sólo uno mismo puede saber si en un momento dado está "consciente" o no. Esto quiere decir que la presencia o la ausencia de la conciencia en un hombre no se puede probar por la observación de sus actos exteriores. Si un hombre se da cuenta de que no estaba consciente hasta el momento en que lo percibe, y luego se olvida de esta percepción, o aun si la recuerda, esto no es conciencia. Es tan solo el recuerdo de una fuerte percepción.
  
Es un hecho que la conciencia en el hombre, no importa cómo se la mire, nunca permanece en el mismo estado. Existe, o no está. Los momentos más elevados de conciencia crean memoria.
Los otros momentos, el hombre simplemente no los recuerda. Esto, más que nada, produce en el hombre la ilusión de conciencia continua o de un continuo "darse cuenta de sí ".

El hecho es que la conciencia tiene grados bastante visibles y observables, por cierto visibles y observables para cada uno en sí mismo.
Primero está la duración: ¿cuánto tiempo ha estado uno consciente?
Segundo, la frecuencia de aparición: ¿cuántas veces se ha llegado a ser consciente?
Tercero, la extensión y la penetración: ¿de qué era uno consciente?, lo cual puede variar muchísimo con el crecimiento del hombre.
O sea que la conciencia se puede hacer continua y controlable por medio de esfuerzos especiales y de estudios especiales.

Tomen un reloj y miren el segundero, tratando de darse cuenta de sí mismos, y concentrándose en el pensamiento "Yo soy Pedro Ouspensky" "Estoy ahora aquí". Traten de no pensar en nada más, simplemente siguiendo el movimiento del segundero y dándose cuenta de sí mismo s, de su nombre, de su existencia, y del lugar en que están. Mantengan apartado todo otro pensamiento.
Si son persistentes, podrán hacer esto por dos minutos. Este es el límite de su conciencia. Y si tratan de repetir el experimento inmediatamente después, lo encontrarán más difícil que la primera vez.
Este experimento demuestra que un hombre, en su estado natural, puede con gran esfuerzo ser consciente de una cosa (él mismo) por dos minutos o menos. La deducción más importante que uno puede hacer después de realizar este experimento en la forma debida, es que el hombre no es consciente de sí mismo. La ilusión de estar consciente de sí mismo es creada por la memoria y por los procesos del pensamiento.

Para una descripción general, el hombre tiene posibilidad de cuatro estados de conciencia. Estos son: el sueño, el estado de vigilia, la conciencia de sí, y la conciencia objetiva.
Pero aunque tiene la posibilidad de estos cuatro estados de conciencia, el hombre de hecho no vive sino en dos: una parte de su vida la pasa en el sueño y la otra en lo que es llamado "estado de vigilia", aunque en realidad su estado de vigilia difiere muy poco del sueño.

comprender

¿es posible llegara ser conscientes?

Este es el punto más importante, y desde el mismo comienzo de nuestro estudio debemos comprender que este punto, hasta en teoría, ha sido totalmente olvidado por todas las escuelas modernas de psicología sin excepción.
Porque con los métodos adecuados y los esfuerzos apropiados el hombre puede adquirir el control de la conciencia, y puede llegar a ser consciente de sí mismo, con todo lo que esto implica. Y lo que esto implica, en nuestro estado actual, no nos lo podemos ni siquiera imaginar.
Sólo después de que se haya comprendido este punto, puede llegar a ser posible un estudio serio de la psicología.

Uno debe estudiarse a sí mismo de la misma manera en que estudiaría cualquier máquina nueva y complicada. Debe conocer las partes de esta máquina, sus funciones principales, las condiciones para un trabajo apropiado, las causas del trabajo equivocado, y muchas otras cosas difíciles de describir sin usar un lenguaje especial, el que también es necesario conocer para poder estudiar la máquina.
  
La máquina humana tiene siete funciones diferentes:
1° El pensar (o intelecto).
2° El sentir (o emociones).
3° La función instintiva (todo el trabajo interno del organismo).
4° La función motriz (todo el trabajo externo del organismo, el movimiento en el espacio,
etc.).
5° El sexo (la función de los dos principios, masculino y femenino, en todas sus manifestaciones).
Además de estas cinco, hay otras dos funciones para las cuales no tenemos nombre en el lenguaje ordinario. Estas aparecen sólo en los estados superiores de conciencia: una, la función emocional superior, que aparece en el estado de conciencia de sí; y otra, la función intelectual superior, que aparece en el estado de conciencia objetiva. Como no estamos en estos estados de conciencia, no podemos estudiar estas funciones o experimentar con ellas.
Sólo las conocemos indirectamente, por aquellos que la han alcanzado o experimentado con ellas.

Tratemos ahora de comprender las cuatro funciones principales.

Daré por sentado que para ustedes es claro lo que yo quiero decir por la función intelectual o función de pensar. En ella están incluidos todos los procesos mentales: la percepción de impresiones, la formación de representaciones y de conceptos, el raciocinio, la comparación, la afirmación, la negación, la formación de palabras, la facultad de hablar, la imaginación, y
así sucesivamente.
La segunda función es el sentir o las emociones: la alegría, la pena, el miedo, el asombro, etc.
Aun si están seguros de que está claro para ustedes el cómo y en qué difieren las emociones de los pensamientos, les aconsejaría que revisen sus puntos de vista a este respecto. En nuestra manera ordinaria de pensar y de hablar mezclamos pensamientos y sentimientos; pero para comenzar el estudio de sí es necesario diferenciar cuál es cuál.

Tomará más tiempo el comprender las dos funciones que siguen, instintiva y motriz, ya que en ningún sistema ordinario de psicología están descritas y divididas de manera correcta.
Las palabras "instinto", "instintivo" se emplean por lo general en sentido equivocado, y muy a menudo sin sentido alguno. En especial, por lo general se le asigna al instinto funciones externas que son en realidad funciones motrices y algunas veces emocionales.
La función instintiva en el hombre incluye cuatro clases diferentes de funciones:
PRIMERO: Todo el trabajo interno del organismo, toda la fisiología por así decirlo; la digestión y asimilación de los alimentos, la respiración, la circulación de la sangre, todo el trabajo de los órganos internos, la formación de nuevas células, la eliminación de desechos, el trabajo de las glándulas endocrinas, etcétera.
 
SEGUNDO: Los así llamados cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto; y todas las otras facultades de percibir el peso, la temperatura, la sequedad o la humedad, etc., es decir, todas las sensaciones indiferentes, sensaciones que de por sí no son ni agradables ni desagradables.
  
TERCERO: Todas las emociones físicas; es decir, todas las sensaciones físicas que son agradables o desagradables. Toda clase de dolores o de sensaciones desagradables, tales como un sabor desagradable u olor desagradable, y toda clase de placeres físicos, tales como sabores agradables, olores agradables, etc.
  
CUARTO: Todos los reflejos, aun los más complicados, tales como la risa y el bostezo; toda clase de memorias físicas, tales como la memoria del gusto, la memoria del olfato, la memoria del dolor, que son en realidad reflejos internos.
La función motriz comprende todos los movimientos externos tales como el caminar, el escribir, el hablar, el comer, y sus memorias. También pertenecen a la función motriz aquellos movimientos que en el lenguaje ordinario se llaman "instintivos", tales como el atrapar, sin pensarlo, un objeto que se cae.
 
La diferencia entre la función instintiva y la motriz es muy clara y puede ser fácilmente comprendida si uno simplemente recuerda que todas las funciones instintivas, sin excepción, son innatas y que para usarlas no es necesario aprenderlas; mientras que, por el otro lado, ninguna de las funciones motrices son innatas y uno tiene que aprenderlas todas, tal como el niño aprende a caminar, o como se aprende a escribir o a dibujar.

Las cuatro funciones: intelectual, emocional, instintiva y motriz, ante todo tienen que ser comprendidas en todas sus manifestaciones, y más tarde tienen que ser observadas en sí mismo. Tal observación de si, o sea, la observación sobre bases correctas, con la comprensión preliminar de los estados de conciencia y de las diferentes funciones, constituye la base del estudio de uno mismo, es decir, el principio de la psicología.

imaginar

SEGUNDA CONFERENCIA

El sueño. Este es un estado pasivo y puramente subjetivo. El hombre está rodeado de sueños. Todas sus funciones psíquicas trabajan sin ninguna dirección. No hay lógica, no hay secuencia, ni causa, ni resultado en los sueños.
Puramente imágenes subjetivas -ya sean reflejos de experiencias anteriores o reflejos de percepciones vagas del momento, tales como sonidos que llegan al hombre que duerme, sensaciones que vienen de su cuerpo, ligeros dolores, sensaciones de tensión muscular- vuelan por su mente, dejando una muy pequeña huella en la memoria y más frecuentemente sin dejar
ningún rastro.
El segundo grado de conciencia llega cuando el hombre despierta. Este segundo estado, el estado en que estamos ahora, es decir en el que trabajamos, hablamos, imaginamos que somos seres conscientes, y así sucesivamente, lo llamamos a menudo conciencia despierta o conciencia lúcida, cuando en realidad debería llamarse "sueño despierto" o "conciencia relativa".

Aquí es necesario comprender que el primer estado de conciencia, esto es, el sueño, no desaparece cuando llega el segundo, es decir, cuando el hombre despierta. El sueño continúa, con todos sus sueños e impresiones, sólo se le agrega una actitud más crítica hacia las propias impresiones, pensamientos mejor hilvanados, y acciones más disciplinadas. Y gracias a lo vivido de las impresiones sensoriales, a los deseos, y a los sentimientos, especialmente el deseo de contradicción o de imposibilidad cuya ausencia es total en el sueño, los sueños se vuelven invisibles, exactamente como las estrellas y la luna se vuelven invisibles con el resplandor del sol. Pero están todos allí, y a menudo influyen en todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, algunas veces incluso más que la percepción real del momento.
 
En nosotros no hay nada permanentemente subconsciente, porque no hay nada permanentemente consciente y no hay "mente subconsciente" por la sencilla razón de que no hay "mente consciente".

Todos los absurdos y todas las contradicciones de la gente, y de la vida humana en general, se pueden explicar cuando nos damos cuenta de que la gente vive en el sueño, hace todo en el sueño, y no sabe que están dormidos.
Es útil el recordar que este es el significado interior de numerosas doctrinas antiguas. La que mejor conocemos es el Cristianismo, o la enseñanza de los Evangelios, en la cual la idea de que los hombres viven en el sueño y de que ante todo deben despertar es la base de todas las explicaciones de la vida humana, aunque muy raramente se la entienda como debiera ser comprendida, en este caso literalmente.
Pero la pregunta es: ¿Cómo puede despertar un hombre?

El estudio psicológico de la conciencia muestra que sólo cuando un hombre se da cuenta de que está dormido, se puede decir que está en el camino del despertar. Jamás podrá despertar si no se da cuenta antes de su sueño.
Estos dos estados, sueño y sueño despierto, son los dos únicos estados de conciencia en que vive el hombre. Además de ellos hay dos estados de conciencia posibles para el hombre, pero sólo le son accesibles después de dura y prolongada lucha.
Estos dos estados superiores de conciencia se llaman "conciencia de sí" y "conciencia objetiva”.

Pero si deseamos tener períodos más prolongados de conciencia de sí y no meramente vislumbres, tenemos que comprender que éstos no pueden producirse por sí mismos, necesitan acción voluntaria. Esto quiere decir que la frecuencia y la duración de los momentos de conciencia de sí dependen del dominio que uno tenga sobre sí mismo. Quiere decir entonces que la conciencia y la voluntad son casi una sola y misma cosa, o en cualquier caso aspectos de la misma cosa.

Si se le pregunta a un hombre si está consciente, o si se le dice que no está consciente, contestará que si lo está, y que es absurdo decir que no lo está, porque lo está oyendo y lo comprende.

Y tendrá toda la razón, aunque al mismo tiempo esté totalmente equivocado. Esta es la jugada que le hace la naturaleza. Tendrá razón porque su pregunta o su observación lo habrá vuelto vagamente consciente por un instante. Un momento después la conciencia desaparecerá. Pero recordará lo que usted le dijo y lo que él contestó, y por supuesto considerará que está consciente.
En realidad el adquirir la conciencia de sí significa un prolongado y duro trabajo. Naturalmente, un hombre no comenzará este trabajo ni lo considerará necesario, hasta que no llegue a estar convencido de que no posee ni conciencia de sí ni todo lo que esté relacionado con ella, es decir, la unidad o individualidad, el "Yo" permanente y la voluntad.

Esto nos trae al asunto de las escuelas, ya que es sólo en escuelas especiales donde se puede dar el desarrollo de la conciencia de sí, de la unidad, del "Yo" permanente y de la voluntad.
Esto debe ser comprendido claramente. Los hombres, al nivel de la conciencia relativa, no pueden encontrar por sí mismos estos métodos; y estos métodos no se pueden describir en libros ni enseñar en escuelas ordinarias, por la sencilla razón de que son diferentes para cada persona y no hay un método universal que sea igualmente aplicable a todos. Sin una escuela no puede haber evolución.
 
saber
  
¿Qué es mentir?
  
Como se entiende en el lenguaje ordinario, mentir quiere decir distorsionar o en algunos casos esconder la verdad, o lo que la gente cree que es la verdad. Esta mentira juega un papel muy importante en la vida; pero hay formas mucho peores de mentir, cuando la gente no sabe que miente.
La mentira llena toda nuestra vida. La gente pretende que sabe toda clase de cosas: sobre Dios, sobre la vida futura, sobre el universo, sobre el origen del hombre, sobre la evolución, sobre todas las cosas; pero en realidad no sabe nada, ni siquiera sobre sí misma. Y cada vez que habla sobre algo que no sabe como si lo supiera, miente. Por lo tanto el estudio de la mentira llega a ser de capital importancia en la psicología.

El hombre, tal cual es, no es un artículo auténtico. Es la imitación de algo, y hasta una muy mala imitación.

Ciertamente, no es fácil estudiar a un ser como el hombre, cuando él mismo no sabe lo que es real ni lo que es imaginario en él. Por esta razón la psicología tiene que comenzar por separar lo que es real de lo que es imaginario en el hombre.

Es imposible estudiar al hombre como un todo, porque el hombre está dividido en dos partes: una que, en algunos casos, puede ser casi toda real, y la otra parte que, en algunos casos, puede ser casi totalmente imaginaria. En la mayoría de los hombres corrientes estas dos partes están entremezcladas, y no se pueden distinguir fácilmente, aunque ambas estén allí, y
ambas tengan su propio significado y efecto. Estas dos partes son llamadas esencia y personalidad.
  
La esencia es lo innato en el hombre. La personalidad es lo adquirido. La esencia es lo que le es propio. La personalidad es lo que no le pertenece. La esencia no se puede perder, no se le puede cambiar o dañar tan fácilmente como a la personalidad. La personalidad puede ser cambiada casi completamente con el cambio de las circunstancias; se puede perder o dañar fácilmente.

Por naturaleza, al hombre le debería gustar lo que es bueno para él y tener aversión a lo que es malo para él. Pero esto es así sólo mientras la esencia domina a la personalidad, como debería hacerlo; en otras palabras, cuando un hombre es sano y normal. Cuando la personalidad comienza a dominar a la esencia, y cuando el hombre se vuelve menos sano, comienza a gustarle lo que es malo para él y a disgustarle lo que le es bueno.

Se debe comprender que la personalidad es también necesaria para el hombre; no podemos vivir sin la personalidad y sólo con la esencia. Pero la esencia y la personalidad deben crecer paralelamente, y la una no debe desarrollarse más que la otra.

La personalidad está llena de ideas equivocadas sobre sí misma. No quiere ocupar el sitio que le corresponde, porque el sitio que le corresponde es secundario y subordinado; y no quiere conocer la verdad sobre sí misma, porque conocerla querrá decir abandonar su falsa posición dominante, y ocupar la posición inferior que en realidad le pertenece.

El estado actual de falta de armonía del hombre está determinado por las equivocadas posiciones relativas de la esencia y de la personalidad. Y el único camino para salir de este estado de desarmonía es el conocimiento de sí mismo.
Conocerse a sí mismo... Este fue el primer principio y la primera demanda de las antiguas escuelas de psicología. Todavía recordamos las palabras, pero hemos perdido su significado.

El medio para este estudio es la observación de sí mismo. No hay otra manera y nadie puede hacer este trabajo por nosotros. Tenemos que hacerlo nosotros mismos.

renacer
 
Comenzando de esta manera, el hombre aprende muy pronto a descubrir señales por las que puede conocer en sí mismo las manifestaciones dañinas. Descubre que cuanto más puede controlar una manifestación, tanto menos dañina puede ser, y que cuanto menos pueda controlarla, es decir, cuanto más mecánica sea, tanto más dañina puede llegar a ser.
Cuando el hombre comprende esto llega a tener miedo de mentir, repito, no por causas morales sino porque no puede controlar su mentira, y porque la mentira lo controla a él, es decir, a sus otras funciones.
  
El segundo rasgo peligroso que encuentra en sí mismo es la imaginación. Inmediatamente después de comenzar la observación de sí llega a la conclusión de que el obstáculo principal para la observación es la imaginación. Quiere observar algo, pero en vez de ello, comienza en él la imaginación sobre ese algo, y se olvida de la observación.
Muy pronto se da cuenta de que la gente le da a la palabra "imaginación" un significado totalmente artificial y totalmente inmerecido, en el sentido de facultad creativa o selectiva. Se da cuenta de que la imaginación es una facultad destructiva, que él nunca puede controlar, y que siempre lo arrastra lejos de sus decisiones más conscientes en una dirección que no tenía intención de seguir. La imaginación es casi tan mala como la mentira; es, de hecho, mentirse a sí mismo. El hombre comienza a imaginar algo para darse un placer, y muy pronto comienza a creer en lo que imagina, o al menos en parte de ello.

El término "emociones negativas" expresa todas las emociones de violencia o depresión: compasión de sí mismo, cólera, suspicacia, miedo, fastidio, aburrimiento, desconfianza, celos, etc.
Ordinariamente uno acepta la expresión de estas emociones negativas como algo muy natural y hasta necesario. Muy a menudo la gente la llama "sinceridad". Por supuesto no tiene nada que ver con sinceridad; es simplemente un signo de debilidad en el hombre, un signo de mal genio y de incapacidad de guardar para sí los motivos de queja.
El hombre se da cuenta de esto cuando trata de oponérseles. Y al hacerlo aprende otra lección. Se da cuenta de que a las manifestaciones mecánicas no basta con observarlas, es necesario resistirse a ellas, porque si no se les resiste uno no puede observarlas.

Aun si un hombre ha recibido cierto material, se olvida de usarlo, se olvida de observarse a sí mismo; en otras palabras, vuelve a caer en el sueño y debe ser despertado siempre.
Esta "caída en el sueño" tiene ciertas características propias definidas, desconocidas en la psicología ordinaria. Estas características requieren un estudio especial. Hay dos. La primera se llama identificación.

"Identificarse" o "la identificación" es un curioso estado en el cual el hombre pasa más de la mitad de su vida. Se "identifica" con todo: con lo que dice, con lo que siente, con lo que cree, con lo que no cree, con lo que desea, con lo que no desea, con lo que le atrae, con lo que le repele. Todo lo absorbe, y no puede separarse a sí mismo de la idea, del sentimiento o del objeto que lo absorbe. Esto quiere decir que en el estado de identificación, el hombre es incapaz de ver imparcialmente el objeto de su identificación.
Si el hombre pudiera liberarse de la identificación, se liberaría de muchas manifestaciones inútiles y tontas.

El segundo factor productor de sueño, emparentado con la identificación, es la consideración.
En realidad "considerar" es identificarse con las personas. Es un estado en el cual el hombre se preocupa constantemente acerca de lo que otras personas piensan de él; si lo tratan como se merece, si lo admiran suficientemente, etc., etc. El "considerar" desempeña un papel muy importante en la vida de todo el mundo, pero en algunas personas se convierte en una
obsesión. Todas sus vidas están repletas de consideración; es decir, de preocupación, de duda, y de sospecha, y no queda lugar para nada más.

El mito del "complejo de inferioridad" y otros "complejos" se ha creado por los fenómenos vagamente percibidos pero no comprendidos de la "identificación" y de la "consideración".
Tanto la "identificación" como la "consideración" deben ser estudiadas muy seriamente. Sólo el conocimiento cabal de ambas puede disminuirlas. Si uno no puede verlas en sí mismo, puede verlas fácilmente en otras personas. Pero se debe recordar que uno no difiere en forma alguna de los demás. En este sentido todas las personas son iguales.

Existe un nuevo lenguaje que debemos encontrar y es un lenguaje universal, que la gente a veces trata de encontrar o de inventar.
La expresión "un lenguaje universal" ó "lenguaje filosófico" no debe ser tomada en sentido metafórico. El lenguaje es universal en el mismo sentido que los símbolos matemáticos son universales. Y además contiene en sí mismo todo lo que la gente pueda pensar de ello. Hasta las pocas palabras que se han explicado de este lenguaje dan la posibilidad de pensar y de hablar con mayor precisión de la que es posible en el lenguaje ordinario que usa cualquiera de las terminologías y nomenclaturas científicas o filosóficas existentes.

introspeccion

TERCERA CONFERENCIA

En la segunda parte del siglo diecinueve, la así llamada "psico-fisiología" daba una muy buena definición de la mecanicidad del hombre. Se le consideraba al hombre incapaz de cualquier movimiento si no recibía impresiones externas. Los científicos de aquel tiempo sostenían que si fuera posible privar al hombre, desde su nacimiento, de todas las impresiones exteriores e
interiores, manteniéndolo al mismo tiempo vivo, éste sería incapaz de hacer el más pequeño movimiento.
Por supuesto, tal experimento es imposible aun con un animal, porque el proceso de mantener la vida -respirar, comer, etc.- produciría toda clase de impresiones que iniciarían primero diferentes movimientos reflejos, y luego despertarían el centro motor.
Pero la idea es interesante, porque muestra claramente que la actividad de la máquina depende de impresiones externas, y comienza con respuestas a estas impresiones.
Pero lamentablemente, incluso en lo que se considera un hombre sano y normal, los centros rara vez trabajan como deberían.

Por ejemplo, el centro motor puede, hasta cierto punto, imitar el trabajo del centro intelectual, pero sólo producirá pensamientos muy vagos y deshilvanados, como por ejemplo en los sueños y ensueños. Por su parte, el centro intelectual puede trabajar en vez del centro motor.
Traten de escribir, por ejemplo, pensando en cada una de las letras y en cómo las van a escribir. Pueden intentar experimentos análogos, tratando de utilizar su mente para hacer algo que sus manos o sus piernas pueden realizar sin ella: por ejemplo, bajar una escalera observando cada movimiento, o hacer un movimiento habitual con las manos calculando y preparando cada pequeño movimiento con la mente. Verán de inmediato cuánto más difícil se hace el trabajo, y hasta qué punto el centro intelectual es más lento y más torpe que el centro motor.
 
Todos conocemos el alivio que se experimenta cuando los movimientos se vuelven habituales, cuando los ajustes se hacen automáticamente, y cuando ya no hay necesidad de pensar ni de calcular cada movimiento todo el tiempo. Esto quiere decir que el movimiento ha pasado al centro motor, al que pertenece normalmente.

Cuando comprendemos cuan divididos estamos en nosotros mismos, comenzamos a damos cuenta del peligro que existe cuando una parte de nosotros trabaja en lugar de otra, sin que lo sepamos.
Es imposible el conocerse a sí mismo sin conocer los propios defectos y los propios rasgos erróneos.

Lo que la ciencia no sabe es:

PRIMERO, que la máquina humana no trabaja a la altura de su capacidad, y en realidad trabaja muy por debajo de su nivel normal; es decir no con todos sus poderes ni con todas sus partes; y SEGUNDO, que a pesar de muchos obstáculos es capaz de desarrollar y de crear para sí misma muy diferentes niveles de receptividad y de acción.
Hablaremos ahora de las condiciones necesarias para el desarrollo, porque se debe recordar que a pesar de que es posible el desarrollo, al mismo tiempo es muy raro y requiere de muchas condiciones exteriores e interiores.

¿Cuáles son estas condiciones?
  
La primera es que el hombre debe comprender su situación, sus dificultades y sus posibilidades, y debe tener o bien un muy fuerte deseo de salir de su estado actual, o un interés muy grande por lo nuevo, por el estado desconocido que debe venir con el cambio. En suma, o debe sentirse muy fuertemente repelido por su estado actual, o muy fuertemente atraído por el estado futuro que se puede obtener.
Un hombre debe ser capaz de comprender lo que se le dice.
También debe estar en buenas condiciones exteriores; debe tener suficiente tiempo libre para estudiar y debe vivir en un ambiente que haga posible este estudio. Es imposible enumerar todas las condiciones que son necesarias.

Las condiciones exteriores no dependen de nosotros. Hasta cierto punto, y algunas veces con mucha dificultad, podemos escoger el país en que preferimos vivir, mas no podemos escoger la época o el siglo. Tenemos que tratar de encontrar lo que queremos en el periodo en que hemos sido puestos por el destino.
De modo que tenemos que comprender que aun el comienzo de la preparación para el desarrollo necesita una combinación de condiciones exteriores e interiores que sólo muy raramente se dan juntas.

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Tratemos ahora de contestar a la pregunta de qué es lo que hace que un hombre quiera adquirir un nuevo conocimiento y cambiarse a sí mismo.

El hombre vive la vida bajo dos clases de influencias. Esto debe ser muy bien comprendido y la diferencia entre las dos clases de influencias debe ser muy clara.
La primera clase consiste en intereses y atracciones creados por la vida misma; intereses en la propia salud, seguridad, fortuna, placeres, distracciones, seguridad, vanidad, orgullo, fama, etc.
La segunda consiste en intereses de otro orden, despertados por ideas que no son creadas en la vida sino que provienen originalmente de escuelas.
Estas influencias no alcanzan al hombre directamente. Son arrojadas en el torbellino general de la vida, pasan a través de muchas mentes diferentes y llegan a un hombre por medio de la filosofía, la ciencia; la religión y el arte, siempre mezcladas con influencias de la primera clase y por lo general pareciéndose muy poco a lo que fueron en el principio.

En la mayoría de los casos los hombres no se dan cuenta del origen diferente de las influencias de la segunda clase y a menudo las explican como si tuvieran el mismo origen que las de la primera clase.
Aunque el hombre desconozca que existen las dos clases de influencias, ambas influyen sobre él y de una manera u otra él responde a ellas.

Sabemos que cuando aprendemos algo, acumulamos nuevo material en nuestra memoria. Pero, ¿qué es nuestra memoria?

Para comprenderlo tenemos que aprender a considerar cada centro como una máquina separada e independiente, que está formada por una sustancia sensitiva similar a la masa de los rollos fonográficos (reproducción y grabación de sonido).
Todo lo que nos pasa, todo lo que vemos, todo lo que oímos, todo lo que sentimos, todo lo que aprendemos, se registra en estos rollos. Quiere decir que todos los acontecimientos exteriores e interiores dejan ciertas "impresiones" en los rollos. "Impresiones" es una muy buena palabra porque en realidad es una impresión o una impronta. Una impresión puede ser profunda, o puede ser muy leve, o puede ser simplemente un impresión de soslayo que desaparece muy rápidamente y no deja ninguna huella.
Pero ya sean profundas o leves, son impresiones. Y estas impresiones en los rollos son todo lo que tenemos, todas nuestras posesiones. Todo lo que sabemos, todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos experimentado, todo está allí en nuestros rollos.
En el chispazo de conciencia, o aun cerca de él, todas las impresiones del momento están ligadas y permanecen conectadas en la memoria. Lo mismo se aplica a impresiones que están conectadas por su similitud interior. Si uno está más consciente en el momento de recibir impresiones, conecta más precisamente las nuevas impresiones con viejas impresiones similares y permanecen conectadas en la memoria.
Por otro lado, si se reciben impresiones en estado de identificación, uno simplemente no las nota, y sus rastros desaparecen antes de que puedan ser apreciadas o asociadas. En el estado de identificación uno no ve ni oye. Está totalmente tomado por sus agravios, o por sus deseos, o por su imaginación. Uno no puede separarse a sí mismo de las cosas, o de los sentimientos, o de los recuerdos, y uno está desconectado del mundo que lo rodea.

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CUARTA CONFERENCIA

Diagrama de los cuatro centros
    
centros

El diagrama representa a un hombre de pie, de perfil, mirando hacia la izquierda, e indica la posición relativa de los centros, de manera muy esquemática.
En realidad cada centro ocupa todo el cuerpo, y por así decirlo penetra todo el organismo. Al mismo tiempo, cada centro tiene lo que se llama su "centro de gravedad".
El centro de gravedad del centro intelectual está en el cerebro; el centro de gravedad del centro emocional está en el plexo solar; los centros de gravedad de los centros motor e instintivo están en la médula espinal.

Así que el estudio de los centros, que están escondidos de nosotros, debe comenzar por la observación de sus funciones, que están muy abiertas a nuestra investigación.

Uno de los principios más importantes que se debe comprender en relación con los centros es la gran diferencia en sus velocidades, es decir, una diferencia en las velocidades de sus funciones.
El más lento es el centro intelectual. Luego -aunque mucho más rápidos- vienen los centros motor e instintivo, que tienen más o menos la misma velocidad. El más rápido de todos es el centro emocional, aun cuando en el estado de "sueño despierto" muy raramente trabaje con nada que se aproxime a su verdadera velocidad, y por lo general trabaja a la velocidad de los centros instintivo y motor.

Se supone que cada centro esta dividido en dos partes: positiva y negativa. Esta división es particularmente clara en el centro intelectual y en el centro instintivo.
Todo el trabajo del centro intelectual está dividido en dos partes: afirmación y negación; sí y no. En cada momento de nuestro pensar, uno de los dos prevalece sobre el otro o, en momentos de igual fuerza, llegan a la indecisión. La parte negativa del centro intelectual es tan útil como la positiva, y cualquier debilitamiento en la fuerza de una con respecto de otra acarrea desórdenes mentales.

Se puede entonces decir definitivamente que no es posible ninguna orientación verdadera en la vida si no se tienen ambas sensaciones: las agradables y las desagradables. Ellas son la verdadera guía de toda vida animal en la tierra y cualquier falla en ellas produce una falta de orientación y por consiguiente un peligro de enfermedad o de muerte. Piensen en qué rápido se envenenaría un hombre si perdiera todo sentido del sabor y del olor o si, de alguna manera no natural, venciera su disgusto natural por sensaciones desagradables.
En el centro motor la división en dos partes, positiva y negativa, sólo tiene un significado lógico; es decir, el movimiento en oposición al reposo. Para la observación práctica no tiene utilidad.

En el centro emocional no hay una parte negativa natural. La mayoría de las emociones negativas son artificiales; no pertenecen al mismo centro emocional y están basadas en emociones instintivas que les son completamente extrañas, pero que son transformadas por la imaginación y la identificación.
Al mismo tiempo, las emociones positivas tales como "amor", "esperanza", "fe", en el sentido que se les comprende usualmente -es decir, como emociones permanentes son imposibles para un hombre en el estado ordinario de conciencia. Ellas requieren estados de conciencia más elevados, requieren la unidad interior, la conciencia de sí, un "Yo" permanente, y la voluntad.

En el lenguaje de escuela, sobre el tema de la lucha contra las emociones negativas, se dice: El hombre debe sacrificar su sufrimiento.
"¿Qué podría ser más fácil de sacrificar?", dirá todo el mundo. Pero en realidad la gente sacrificaría cualquier cosa antes que sus emociones negativas. No hay placer ni satisfacción que el hombre no estaría dispuesto a sacrificar, incluso por razones muy triviales, pero nunca sacrificaría su sufrimiento. Y en cierto modo hay una razón para ello.
De manera bastante supersticiosa, el hombre espera ganar algo al sacrificar sus placeres, pero no puede esperar nada por el sacrificio de su sufrimiento. Está lleno de falsas ideas sobre el sufrimiento: aún cree que el sufrimiento le es enviado por Dios, o por los dioses, como castigo o para su educación y hasta tendrá miedo de oír que es posible librarse de su sufrimiento de manera tan simple.
Por ejemplo, al mirar a los niños podemos ver cómo se les enseña emociones negativas y cómo las aprenden ellos por sí mismos a través de la imitación a los adultos y a los otros niños.
Si desde temprana edad se pusiera a un niño entre gente que no tiene emociones negativas, probablemente él tampoco las tendría, o tendría tan pocas que podrían ser fácilmente vencidas con la educación adecuada. Pero en la vida real las cosas suceden muy diferentemente.

meditar

Muchas personas no tienen otra cosa que emociones negativas. Todos sus "yoes" son negativos. Si se les quitara las emociones
negativas, simplemente colapsarían y se volverían humo.
En realidad, tenemos mucho más poder de lo que creemos sobre las emociones negativas, particularmente desde el momento en que ya sabemos lo peligrosas que son y qué inaplazable es la lucha contra ellas. Pero les encontramos demasiadas disculpas, y nadamos en las aguas de la autocompasión y del egoísmo, según sea el caso, encontrando culpa en todo, excepto en nosotros mismos.

Este es el verdadero cuadro de nuestra vida emocional, y si nos miramos a nosotros mismos sinceramente debemos darnos cuenta de que mientras cultivemos y admiremos en nosotros todas estas venenosas emociones, no podremos esperar ser capaces de desarrollar la unidad, la conciencia o la voluntad.

Traten ahora de formular lo que notaron cuando trataron de observarse.
Notaron tres cosas. Primero, que no se recuerdan a sí mismos; es decir, que no se percatan de sí mismos en el momento en que tratan de observarse. Segundo, que la observación se hace difícil por el incesante flujo de pensamientos, imágenes, ecos de conversaciones, fragmentos de emociones, que fluyen por su mente y muy a menudo distraen su atención de la observación. Y tercero, que desde el momento en que comienzan a observarse, algo en ustedes desata la imaginación, y que la observación de uno mismo, si realmente la tratan, es una lucha constante contra la imaginación. Ahora bien, éste es el punto principal en el trabajo sobre sí mismo. Si uno se da cuenta de que todas las dificultades en el trabajo dependen del hecho de que uno no puede recordarse a sí mismo, uno ya sabe lo que tiene que hacer.
Uno debe tratar de recordarse a sí mismo.
 
QUINTA CONFERENCIA

Hay dos lados del hombre que deben ser desarrollados, es decir, hay dos líneas de posible desarrollo que tienen que proceder simultáneamente.
Estos dos lados del hombre, o esas dos líneas de posible desarrollo, son el saber y el ser.

Por lo general la gente comprende la idea de diferentes niveles de saber, la idea de la relatividad del saber, y la necesidad de un saber totalmente nuevo.
Lo que en la mayoría de los casos la gente no comprende es la idea de que el ser está completamente separado del saber; y más aún, la idea de la relatividad del ser, la posibilidad de diferentes niveles del ser, y la necesidad del desarrollo del ser, separadamente del desarrollo del saber.

Un filósofo ruso, Vladimir Solovieff, usaba el término "ser" en sus escritos. Hablaba del ser de una piedra, del ser de una planta, del ser de un animal, del ser de un hombre y del ser divino.
Esto es mejor que el concepto ordinario, por cuanto en la comprensión ordinaria el ser de un hombre no es considerado en forma alguna diferente del ser de una piedra, del ser de una planta, o del ser de un animal. Desde el punto de vista ordinario, una piedra, una planta, un animal, son o existen, exactamente de la misma manera que un hombre es o existe.
Pero la división de Solovieff no es suficiente. No hay tal cosa como el ser de un hombre. Por cuanto hay demasiadas diferencias entre los hombres.

En el pensamiento moderno se ignora la idea del ser y de diferentes niveles de ser. Por el contrario, se cree que cuantas más discrepancias y contradicciones haya en el ser de un hombre, tanto más interesante y brillante puede ser. En general se admite, aunque tácitamente –y algunas veces ni siquiera tácitamente-, que un hombre pueda ser dado a la mentira, pueda ser
egoísta, indigno de confianza, irrazonable, pervertido, y sin embargo ser un gran sabio, o un gran filósofo o un gran artista. Naturalmente, esto es totalmente imposible. Esta incompatibilidad de diferentes rasgos en un ser, que por lo general es considerado como originalidad, en realidad sólo significa debilidad. No se puede ser un gran pensador o un gran artista con una mente pervertida o inconsistente, como no se puede ser un boxeador profesional o un atleta de circo si uno está sin fuerza física.

Es necesario comprender claramente lo que significa el ser, y por qué debe crecer y desarrollarse paralelamente con el saber, pero independientemente de él.
Si el saber crece más que el ser, o el ser crece más que el saber, el resultado es siempre un desarrollo unilateral, y un desarrollo unilateral no puede ir lejos. Está destinado a llegar a una seria contradicción interior y detenerse allí.

comprension

Hablaré ahora de la comprensión.
¿Qué es comprender?
Traten de hacerse esta pregunta y verán que no la pueden contestar. Siempre han confundido comprender con saber o tener información. Pero saber y comprender son dos cosas totalmente distintas, y ustedes deben aprender a distinguir una de la otra.
Para comprender una cosa deben ver sus conexiones con algún objeto mayor, o con un conjunto mayor, y las posibles consecuencias de esta conexión. Comprender es siempre la comprensión de un problema más pequeño en relación con un problema mayor.

Si nos preguntamos qué quiere decir comprender o no comprender a un hombre, debemos pensar ante todo en la instancia de no ser capaces de hablarle en su propio lenguaje. Por supuesto que dos personas que no tienen un lenguaje común no se van a comprender uno al otro. Deben tener un lenguaje común o ponerse de acuerdo sobre ciertos signos o símbolos con los cuales designarán las cosas. Pero supongan que durante la conversación no estén de acuerdo con su interlocutor sobre el significado de ciertas palabras, signos o símbolos; nuevamente dejarán de comprenderse.
De esto se deriva el principio de que no se puede comprender y no estar de acuerdo. En la conversación habitual decimos a menudo: «Lo comprendo, pero no estoy de acuerdo con él».
Esto es imposible desde el punto de vista de la enseñanza que estamos estudiando. Si comprende a un hombre, está de acuerdo con él; si no está de acuerdo con él, no lo comprende.
Es difícil aceptar esta idea; y esto significa que es difícil comprenderla.

Como acabo de decir, hay dos lados del hombre que se deben desarrollar durante el curso normal de su evolución: el saber y el ser. Pero ni el saber ni el ser pueden inmovilizarse o permanecer en el mismo estado. Si cualquiera de ellos no crece y se fortalece, se hará más pequeño y más débil.
Los que se comprenden uno al otro no sólo deben tener un saber igual, deben tener también un ser igual. Sólo entonces es posible una mutua comprensión.

En la vida ordinaria encontramos sólo estas tres categorías de hombre. Cada uno de nosotros y todos los que conocemos, es un hombre N° 1, N° 2 o N° 3. Hay categorías superiores de hombres (llegando hasta 7), pero los hombres no nacen perteneciendo ya a estas categorías superiores. Todos nacen N° 1, 2 ó 3, y alcanzan categorías superiores sólo pasando a través de escuelas.

El hombre N° 1, un hombre en el cual los centros motor e instintivo predominan sobre el intelectual y el emocional, es decir, el hombre físico.
El hombre N° 2, un hombre en el cual el centro emocional predomina sobre el intelectual, el motor y el instintivo. El hombre emocional.
El hombre N° 3, un hombre en el cual el centro intelectual predomina sobre el emocional, el motor y el instintivo. El hombre intelectual.

Deben darse cuenta de que hay una gran diferencia entre los hombres N° 1, 2 y 3 por un lado y los hombres de más altas categorías por el otro. En realidad la diferencia es mucho mayor que lo que podemos imaginar. Es tan grande que, desde este punto de vista, toda la vida se considera como dividida en dos círculos concéntricos, el círculo interior y el círculo exterior de la humanidad.

circulo

Al círculo interior pertenecen los hombres N° 5, 6 y 7; al círculo exterior los hombres N° 1, 2 y 3. Los hombres N° 4 están en el umbral del círculo interior o entre los dos círculos.
A su vez el círculo interior está dividido en tres círculos concéntricos: el más interno, al que pertenecen los hombres N° 7, el intermedio, al que pertenecen los hombres N° 6, y el más externo de los círculos interiores, al que pertenecen los hombres N° 5.
Esta división no nos concierne por el momento. Para nosotros, los tres círculos interiores forman uno solo.
El círculo exterior, en el cual vivimos, tiene varios nombres, los que designan sus diferentes rasgos. Es llamado el círculo mecánico, porque en él todo sucede, todo es mecánico, y la gente que vive allí son máquinas. Es llamado también el círculo de la confusión de las lenguas, porque todas las personas que viven en él hablan en diferentes lenguas, y nunca se
comprenden unos a otros. Todos comprenden todas las cosas de manera diferente.
Hemos llegado a una definición muy interesante de la comprensión. Es algo que pertenece al círculo interior de la humanidad y no nos pertenece en absoluto.
Si los hombres en el circulo exterior se dan cuenta de que no se comprenden unos a otros, y si sienten la necesidad de comprensión, deben tratar de penetrar en el círculo interior, porque la comprensión entre la gente sólo es posible en él.
Las escuelas de diferentes clases sirven de puertas a través de las cuales se puede pasar a los círculos interiores. Pero penetrar en el circulo mayor, en comparación con aquel en el cual un hombre ha nacido, requiere un trabajo largo y difícil. El primer paso en este trabajo es el estudio de un nuevo lenguaje. Ustedes preguntarán: ¿Cuál es este lenguaje que estamos estudiando?

Es el lenguaje del circulo interior, el lenguaje en el cual los hombres se pueden comprender unos a otros.

Debemos recordar que, exactamente como nuestra conciencia, nuestra comprensión no siempre se encuentra en el mismo nivel. Siempre se está moviendo arriba y abajo. Esto quiere decir que en un momento comprendemos más, y en otro comprendemos menos. Si notamos estas diferencias de comprensión en nosotros mismos, seremos capaces de darnos cuenta de que hay una posibilidad, primero, de mantenernos en estos altos niveles de comprensión, y segundo, de que podemos superarlos.

sólo se puede comprender a los demás tanto como uno se comprende a sí mismo, y sólo al nivel del propio ser.
Esto quiere decir que pueden juzgar el saber de otras personas, pero no pueden juzgar su ser.
  
Sólo pueden ver en ellas tanto como tienen en sí mismos. Pero la gente siempre comete el error de creer que puede juzgar a los demás. En realidad, si quieren conocer y comprender a personas de mayor desarrollo deben trabajar con la meta de cambiar su ser.

El estudio de la atención muestra las partes de los centros mejor que cualquier otra cosa, pero el estudio de la atención también requiere cierto grado de recuerdo de sí.
Muy pronto se darán cuenta de que todo su trabajo sobre sí mismos está conectado con el recuerdo de sí y que no puede proseguir exitosamente sin él. Y el recuerdo de sí es un despertar parcial, o el comienzo del despertar. Naturalmente -y esto debe ser muy claro- no se puede realizar ningún trabajo en el sueño.

P. D. Ouspensky


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