Pedacitos de realidad

Precariedad

"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos"
 
Arthur Schopenhauer



  

LA CLASE OBRERA – LOS TRABAJADORES, INVISIBLES, EXPLOTADOS
 
Mi bisabuela murió en una cárcel franquista, desnutrida y enferma de tuberculosis, fue torturada salvajemente por la Guardia Civil para que confesara el paradero de dos de sus hijos, fugados dirigentes de la CNT en Valencia. Analfabeta y criada en el campo, no hizo otra cosa durante toda su vida que fregar suelos de señoritos desde los nueve años. Probablemente sufrió alguna vejación o abuso de tipo sexual por parte del señorito, los amigos o hijos del mismo; era lo habitual en la época. Siempre se consideró a sí misma de la clase obrera.
 
Mi tía y mi abuela (sus hijas) tampoco hicieron otra cosa que fregar suelos de señoritos desde los nueve años. Como mi abuela era muy bajita para su edad y no llegaba a la pila para poder fregar los platos, el señorito le habilitó un taburete para que alcanzara a fregar los platos con facilidad, qué atento. Siempre se consideraron a sí mismas de la clase obrera. 
 
Mi madre empezó a trabajar en una fábrica a los trece años, pero con el tiempo y dada la reconversión industrial que el PSOE llevó a cabo en los años ochenta, terminó fregando suelos, escaleras y platos de señoritos. Un poco menos señoritos (sin violaciones y guantazos con la mano abierta) pero igual de explotadores.
  
Para que algunos tengan chalet en la playa y un Mercedes de gama alta, otros tienen que fregar suelos y escaleras. O trabajar en fábricas. O reparar instalaciones eléctricas. O hacer prácticas gratis. O servir mesas un sábado por la noche a seis euros la hora. Lo interesante es que las tres generaciones (mi bisabuela, mi abuela y mi madre) siempre se identificaron con la clase obrera sin necesidad de ser hombres y levantar barricadas con un mono azul de trabajo.

Tanto mi bisabuela como mi abuela como mi madre, sufrieron una precariedad salvaje, de hecho ninguna de las tres tuvo jamás un contrato de trabajo como empleadas de hogar: sin cotizar, sin paro, sin vacaciones, sin poder ponerse enfermas, etc. Precariedad en estado puro, sea en los años 30, en los 60 o en los 90. 

La precariedad —aunque según algunos autores pudiera parecerlo— no es ninguna novedad ni el último grito en las relaciones laborales. La clase obrera la viene sufriendo desde que el que el capitalismo es capitalismo y el trabajo asalariado se convirtió en civilización y no es otra cosa que unas condiciones de trabajo lamentables y abusivas.

Pero si la que friega platos ajenos es una joven con carrera y un máster que habla tres idiomas y milita en Juventud Sin Futuro no es clase obrera (y vaya por delante que me parece que hacen una grandísima labor) es un nuevo sujeto emergente, es precariado, intelectual además. Se traduce en que una camarera es clase obrera siempre y cuando sea una choni que será camarera el resto de su vida, si está de camarera para pagarse los estudios de Ciencias Políticas no es clase obrera, es un nuevo sujeto emergente incapaz de identificarse con la clase obrera insertado que refuerza el intelecto colectivo en el semiocapitalismo menuda tesis doctoral me está quedando bla bla bla.

La lectura es insultante: la clase obrera puede ser precaria, siempre lo fue, pero cuando la clase media (recientemente empobrecida) visita los infiernos de la precariedad y el abuso laboral, se deben parar las rotativas y la izquierda académica occidental —curiosamente proveniente en su mayoría de la clase media─ se pone a teorizar nuevos paradigmas; saben cuidar de los suyos.

La laureada «generación mejor preparada de la historia» es una falacia. No es una generación, pues se trata de una minoría específica. En cambio una gran mayoría (invisible para los medios y la izquierda) no alcanza estudios universitarios, ni siquiera termina la secundaria. Aunque pudiera parecer lo contrario, en este país hay más jóvenes que abandonan la E.S.O. que jóvenes con dos másters, no en vano encabezamos la lista de fracaso escolar europeo.
También es muy significativo que hoy se hable de «exilio económico» en referencia a los jóvenes altamente cualificados que emigran. En este país a los emigrantes andaluces que se buscaron la vida en Catalunya o a los millones de emigrantes que marcharon en los años 60 rumbo a Alemania o Francia nunca se les llamó «exiliados económicos», siempre fueron emigrantes. Por lo visto el calificativo de exiliado económico es sólo para los altamente cualificados.

Ya en plena explosión de la Universidad de masas en los años sesenta, Bourdieu nos demostró empíricamente que la educación no es el dispositivo que de alguna manera facilita la movilidad social sino que de forma velada, reproduce y perpetúa el sistema de clases, convirtiendo la universidad en «la elección de los elegidos».

El debate no es si la clase obrera es representada por un obrero de mono azul o una reponedora. El debate interesante es que, si a un camarero le cuesta identificarse con la clase obrera no es porque ésta no pueda representarle (pudo hacerlo en el pasado y lo hará en el futuro) sino porque una legión de teóricos le dice que no debe identificarse con ella, que la clase obrera es un anacronismo del pasado, que ahora es 99%, precariado o un nuevo sujeto emergente.

Me contaba Pablo Iglesias que en sus clases pregunta quién ha trabajado alguna vez y la mayoría levantan la mano, que posteriormente pregunta quién está sindicado y absolutamente nadie la levanta, signo inequívoco de la sociedad postindustrial y el carnaval de identidades. Yo creo que debería hacer una tercera pregunta: ¿Cuántos de los que trabajáis pensáis seguir en ese trabajo una vez terminada la carrera? La respuesta sería obvia y ahí reside el nudo gordiano del llamado precariado: no es  ninguna nueva clase social, es la clase media que eventualmente (o eso creen ellos) visita la clase obrera. Su trabajo de camarero, de reponedor o de teleoperadora, lo consideran algo eventual, transitorio y circunstancial ya que, su verdadera meta y por la que han estudiado cinco años de carrera y dos másters,  es alcanzar un puesto de abogado, de profesor de universidad o de médico o arquitecto. Algo completamente respetable y comprensible, nadie quiere ser camarero después de estudiar cinco años de antropología o arquitectura. Por ello y dada esa mentalidad que visita la clase obrera como algo transitorio, no se sindican; sindicarse es de curritos.

Pablo Iglesias cita Chavs y se queda en la punta del iceberg: que la clase obrera ha sufrido transformaciones no es ninguna novedad. La tesis principal del libro no es dicha transformación sino la posterior criminalización e invisibilización que la clase obrera viene sufriendo desde hace dos décadas. Invisivilización que toma cuerpo en el idílico y egocéntrico retrato que el citado profesor de la Complutense hace de ‘los de abajo’, retrato que alimenta sus presupuestos teóricos postobreristas: hay sitio para el migrante (y me tendrá que explicar por qué un albañil ecuatoriano es antes migrante que albañil), para el estudiante (que por supuesto es camarero de forma eventual para el día de mañana ser arquitecto), para el reponedor, el teleoperador, la cajera de supermercado y el parado de larga duración y en definitiva para cualquier sujeto que valide el carnaval de identidades y elimine a la clase obrera como sujeto histórico y dispositivo aglutinante. Incluso se atreve a incluir en los de abajo al grupo de amigos que monta un bar o una empresa de informática. Supongo que no se referirá a ese pequeño comercio que coacciona a sus trabajadores el día de la huelga o paga sueldos de miseria y sin contrato. Es lo que tiene no hacer divisiones sociales en función de la propiedad de los medios de producción: al final resulta que todo aquel que no lleve sombrero de copa y puro es de los de abajo, que es más o menos el lema de Occuppy Wall Street y su «somos el 99%».  El problema es que los sombreros de copa pasaron de moda.

De ahí la importancia de la PAH (Plataforma de afectados por la hipoteca). Es el único frente verdaderamente interclasista que es nutrido por miembros de lo más debajo de la pirámide social, así es cuando un movimiento puede llegar a ser temible. Mientras se trate de luchas sectoriales de estudiantes, profesores o médicos, poco podemos esperar. Es muy emocionante ver en los desahucios a gente que la oyes hablar y sabes que viene de lo más bajo, que notas a la legua que en su vida se había movilizado. Es triste pero es así: los movimientos sociales están participados mayoritariamente por gente con estudios o por gente proveniente de la clase media. Nadie dijo nunca que movilizar a la clase obrera fuera algo fácil, muy pocos lo consiguieron, menos todavía los que consiguieron vencer. Y se trata de movilizar ¿no? Es entonces cuando, pellizcándome las mejillas, no doy crédito a lo que leen mis ojos: «Esos son los de abajo y sólo la miopía de cierta izquierda puede insistir en agruparles a todos bajo la etiqueta de obreros e invitarles a afiliarse a los sindicatos (ojalá pudieran). Muchos de ellos ni siquiera pueden ejercer su derecho a la huelga y, sin embargo, ellos son el pueblo». INCREÍBLE.

Hace unos días sucedía algo verdaderamente insólito en nuestro país. Por primera vez un colectivo de informáticos, trabajadores de la empresa HP, iba a la huelga y conseguía una victoria parcial (consiguieron evitar la bajada de sueldos) en un ámbito laboral estrictamente post-obrerista. Si alguna profesión representa como ninguna otra al llamado precariado y los nuevos sujetos emergentes, es sin lugar a dudas la de informático: una profesión relativamente nueva, sin tradición de lucha sindical y que nunca utilizó la huelga como herramienta de presión. Y vencieron. ¿Cómo?¿Buscando una nueva identidad? ¿Reinventando ultramodernos métodos de lucha que se adapten a las nuevas necesidades del mercado flexible? ¿Reformulando  conceptos que cubran nuevas sensibilidades en el mundo del trabajo terciario-semiótico? NO. En absoluto: vencieron organizándose en un sindicato de clase (CGT) y yendo a la huelga de forma masiva e indefinida. Por supuesto que corrieron riesgos y se jugaron su puesto, pero apostaron de forma colectiva y vencieron.
  
LA CLASE OBRERA ES TEMIBLE SI ESTÁ ORGANIZADA


 
¿Quiénes son los de abajo? Pues, mayoritariamente, un atajo de sumisos y elitistas
 
No es casualidad, por ejemplo, que algunos de los programas televisivos, junto a los programas del corazón, sean, al margen de los espectáculos deportivos, los programas de mayor impacto en las parrillas de las principales cadenas televisivas, especialmente en horas de la tarde-noche, cuando gente de todas las edades consume horas y horas de televisión. Como no es casualidad tampoco  que en apenas unas horas de diferencia, a veces incluso en el mismo programa (véase “Gente” de TVE), el espectador haya de enfrentarse televisivamente a las dos caras más opuestas del panorama social: la marginación y el éxito social, según vienen definidos por los propios valores capitalistas dominantes. El mensaje que se hace llegar con ello al  telespectador  es claro: señalar los extremos para que nosotros, ciudadanos de unas clases y otras, aprendamos a detectar dónde está el centro, es decir, en nosotros mismos: clase media –aunque no lo seamos-.
 
Si los programas del corazón nos traen primero la vida, obra y milagros de los personajes de la farándula, la alta burguesía, la nobleza o el deporte, todo rodeado de un aura de lujo y glamour, otros muchos programas, especialmente esos llamados de “crónica social” o, de manera indirecta, esos destinados a que los trabajadores y trabajadoras cuenten ante una cámara una serie de cosas que debería, en todo caso, estar contando en la consulta de un psicólogo o un psiquiatra, nos traen la vida, obra y miserias de todo esos marginados y marginadas que inundan nuestros pueblos y ciudades, ya sean minorías étnicas consideradas marginales como los gitanos, ya sean yonkis, camellos, chabolistas, o simplemente padres y madres de familia sin acceso a los manjares del capital, o agobiados por la imposibilidad de acceder a ellos, o simplemente frustrados por las malas experiencias en la vida, todo ello en un ambiente de exclusión y pobreza que resulta la antítesis de lo anterior.
 
Por ende, usted tiene que soñar con ser algún día como esos famosos y famosas, tan ricos, guapos, y glamorosos, que salen en la pantalla de televisión, o, si no ha podido serlo, soñar con que algún día podrán serlo sus hijos o nietos, pero, sobre todo, tiene que tener pesadillas con ser algún día como esos marginados y marginadas que malviven en los bajos fondos de su misma ciudad, o, si tuvo la suerte de no serlo, proteger en todo momento a sus hijos o nietos para que nunca lleguen a serlo.
  
Usted, en resumen, tiene que dejarse llevar y pensar: yo no estoy arriba, yo no estoy abajo. No soy rico, no soy un marginado. Yo soy un ciudadano común y corriente de clase media, que está en el centro de la escala social, y que, como tal, sueña con ascender lo máximo posible dentro de ella, y alejarse lo máximo posible de los que tiene por detrás, de esos sucios y desarrapados marginados, a los que, por lo demás, se suele cruzar por las calles cada día -¿cuántos de esos exitosos y glamurosos, nobles y famosos  suele ver cada día?-. Y ese mensaje es válido tanto para los sujetos de clase obrera, como para los de clase media.

   
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JULIO ANGUITA: EX COORDINADOR DE IZQUIERDA UNIDA, EX ALCALDE DE CÓRDOBA Y PROFESOR DE HISTORIA
   
Es verdad que ha habido gente que ha peleado, pero fue una minoría. ¿El pueblo español se ha echado en masa a la calle para conquistar cosas? No.
  
El problema de España es que su pueblo nunca se echó a la calle para conquistar nada, se lo dieron todo.
 
Todo el tiempo que estuve en política institucional -antes estuve en la clandestinidad- he visto como manaba el dinero por todas partes, con las tarjetas Visa. Como nuevos ricos, han entrado en El Dorado de la democracia donde había dinero y no se han dado cuenta que el político tiene que predicar con el ejemplo y decir, a veces, cosas que no le gustan a la gente. No vale decir a todo sí porque te voten. Esa es la dignidad de la política.

Los políticos están más pendientes de los medios de comunicación que de estudiar. Y es que el político tiene que tener horas para pensar, reunirse con gente que sabe de la materia, porque para eso le pagan. Hoy eso no se hace. Hoy se leen los periódicos que les trae el que hace los recortes de prensa por la mañana sobre lo que dijo fulanito o menganito…

No confíen ustedes en ningún partido político, y yo soy de uno ¿eh? No veo otra salida: O el pueblo y las organizaciones más lúcidas se unen o no tenemos solución.
Sé que todo esto que estoy diciendo es muy difícil, pero no veo otra salida. O el pueblo y las organizaciones más lúcidas se unen, discuten, buscan un programa común o no tenemos solución, porque no la hay.

España fue abducida dos veces: una con la democracia y otra con Europa, el Timo de la estampita de Europa.

Es imposible el crecimiento permanente y el crecimiento de la economía no crea empleo, es radicalmente mentira. Y el poco que crea es un empleo en precario, como los mini Jobs. Eso está ahí y se está viendo. Es como si fumásemos un canuto, donde la gente –y los políticos también- se lo fuman y se montan unas historias tremendas porque están huyendo de la realidad.
 
¿Saben ustedes por qué estamos así? Por Maastricht, por esa Europa del euro. Y vamos a estar peor en cuanto se firme el acuerdo con EE UU, porque eso ya es la defunción. El mercado que surja va a mandar y los EE UU a través de él, es decir, es otro suicidio.
   
 
Hope

  
Cada uno vivimos en nuestro mundo personalizado.
Cada uno en un mundo individual en el que vemos el TODO desde nuestra única y exclusiva perspectiva. Un punto de vista que se rige por nuestras vivencias, nuestras experiencias, lo vivido.
  
Existen mundos totalmente regidos por el propio ego, donde el rey es nuestro aspecto mas egoísta... Otros viven por y para los demás, gran ejemplo de ello son las madres en su faceta mas protectora hacia sus hijos o las almas que dedican sus quehaceres al voluntariado.
Unos viven en los mundos de yupi y otros desde el panorama mas realista de la actualidad, los que mas conscientes son acerca de la triste historia de este, nuestro planeta.
 
Pero todos vivimos juntos, en el mismo lugar.

Internet nos habla acerca de quien es este sistema en el que sobrevivimos ―la gran mayoría humana―, de como funciona la descomunal maquina y como operan los obscuros poderes que gobiernan en silencio dejando en manos de necios desalmados, el papel de bufones del reino.
Internet ―de momento― no se puede controlar, se expande libre ―a pesar de los deseos de los controladores― alrededor del mundo y nos enseña la verdad ―casi siempre oculta―, acerca de quienes somos y porque el mundo va como va.
  
Hacia donde vamos, nadie lo sabe ―¿o tal vez sí?―
Hipótesis las hay a miles, aunque pocas ideas sobresalen desde los portavoces del imperio, que verdaderamente logren avanzar en positivo... y la pregunta que debemos hacernos es: ¿por que?

Tenemos una sola carta para jugar cada 4 años, y ellos tienen el resto de la baraja para jugar ¡todo el tiempo!
   
¿A quien creer?
En un mundo donde todos mienten, donde nos hacen creer que los medios nos deben guiar en nuestra vida, que debemos hacer caso de la publicidad, de los políticos...
Tal vez la verdad se deba buscar en otra parte, debemos hacernos buscadores de la verdad.
Muchos la encontramos a través de la gran red, en internet. Pero cuidado! Porque internet no es la verdad, como con todo lo demás, hemos de seguir buscando, escudriñar en los contenidos que leemos o que vemos.
Creernos en posesión de la verdad es un gran error. Pues la verdad no existe. No hay una verdad absoluta, sino un contenido hecho a base de piececitas de diferentes verdades, muchas veces mezcladas con grotescas mentiras.
  
Seamos conscientes pues, de que si queremos vislumbrar un ápice de realidad, debemos convertirnos en autónomos y buscar.
Autónomos para pensar por nosotros mismos, sin quedarnos en el perímetro seguro de que nos lo den todo masticado y prefabricado para nuestra mente. Eso es despertar.
Y despertar implica ver, conocer, comprender y sobretodo pensar por uno mismo.
  
Deja de "dejarnos violar nuestra mente", a cada paso que queremos dar y aprender a pensar y actuar por nosotros mismos. Deja de acatar los mandatos casi sagrados del sistema para crearte los tuyos propios.
Deja de vivir en un mundo irreal y desenchúfate de la Matrix.
  

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SIGUE AL CONEJO BLANCO:

 
¿Quién está escribiendo el guión?

  
Está en fase de negociación un acuerdo comercial de largo alcance entre Estados Unidos y la Unión Europea: el Transatlantic Trade and Investment Partnership (Asociación transatlántica para el comercio y la inversión( TTIP) también conocido como Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TAFTA). Sin embargo, la Comisión Europea ha corrido una cortina de humo sobre quién establece el orden del día de su posición negociadora. En medio de preocupaciones por el impacto social y ambiental del acuerdo, así como de su significado para una formulación democrática de las políticas, Corporate Europe Observatory (Observatorio de la Europa Corporativa) ha tratado de averiguar qué se va a poner sobre la mesa para su discusión.

 
http://noticiaserb.wordpress.com/editorialerb-no-hay-una-crisis-hay-un-cambio-de-modelo-premeditado/

http://noticiaserb.wordpress.com/espana-una-economia-sostenida-por-la-deuda-publica-elconfidencial-com/

http://cuartopoder.es/el-derecho-a-la-vida-digna-por-una-renta-basica/

http://burbuja.info/Muy preocupante. Alguien que sabe mucho nos cuenta cómo están las cosas



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