The Lady of Shalott

dama

"La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo"
 
William Blake (El matrimonio del cielo y el infierno)
 
 

 
LA DAMA DE SHALOTT – Poema de Alfred Lord Tennyson
  
    
I

A ambos lados del rio se despliegan
sembrados de cebada y de centeno
que visten la meseta y el cielo tocan;
y corre junto al campo la calzada
que va hasta Camelot la de las torres;
y va la gente en idas y venidas,
donde los lirios crecen contemplando,
en torno de la isla de allí abajo,
la isla de Shalott.
El sauce palidece, tiembla el álamo,
cae en sombras la brisa, y se estremece
en esa ola que corre sin cesar
a orillas de la isla por el rio
que fluye descendiendo a Camelot.
Cuatro muros y cuatro torres grises
dominan un lugar lleno de flores,
y en la isla silenciosa vive oculta
la Dama de Shalott.
Junto al margen velado por los sauces
deslíanse tiradas las gabarras
por morosos caballos. Sin saludos,
pasa como volando la falúa.
con su vela de seda a Camelot:
más, ¿quién la ha visto hacer un ademán
o la ha visto asomada a la ventana?
¿O es que es conocida en todo el reino,
La Dama de Shalott?
Sólo al amanecer, los segadores
que siegan las espigas de cebada
escuchan la canción que trae el eco
del río que serpea, transparente,
y que va a Camelot la de las torres.
Y con la luna, el segador cansado,
que apila las gavillas en la tierra,
susurra al escucharla: "Ésa es el hada,
La Dama de Shalott".
 
II
 
Allí está ella, que teje noche y día
una mágica tela de colores.
Ha escuchado un susurro que le anuncia
que alguna horrible maldición le aguarda
si mira en dirección a Camelot.
No sabe qué será el encantamiento,
y así sigue tejiendo sin parar,
y ya sólo de eso se preocupa
la Dama de Shalott.
Y moviéndose en un límpido espejo
que está delante de ella todo el año,
se aparecen del mundo de las tinieblas.
Allí ve la cercana carretera
que abajo serpea hasta Camelot:
allí gira del río el remolino,
y allí los más cerriles aldeanos
y las capas encarnadas de las mozas
Pasan junto a Shalott.
A veces, un tropel de damiselas,
un abad tendido en almohadones,
un zagal con el pelo ensortijado,
o un paje con vestido carmesí
van hacia Camelot la de las torres.
Y alguna vez, en el azul espejo,
cabalgan dos a dos los caballeros:
no tiene caballero que la sirva
la Dama de Shalott.
Pero aún ella goza cuando teje
las mágicas visiones del espejo:
a menudo en las noches silenciosas
un funeral con velas y penachos
con su música iba a Camelot;
o cuando estaba la luna en el cielo
venían dos amantes ya casados.
"harta estoy de tinieblas", se decía
la Dama de Shalott.
 
III
 
A un tiro de flecha de su alero
cabalgaba él en medio de las mieses:
venía el sol brillando entre las hojas,
llameando en las broncíneas grebas
del audaz y valiente Lanzarote.
Un cruzado por siempre de rodillas
ante una dama fulgía en su escudo
por los remotos campos amarillos
cercanos a Shalott.
Lucía libre la enjoyada brida
como un ramal de estrellas que se vé
prendido de la áurea galaxia.
Sonaban los alegres cascabeles
mientras él cabalgaba a Camelot:
y de su heráldica trena colgaba
un potente clarín todo de plata;
tintineaba, al trote, su armadura
muy cerca de Shalott.
Bajo el azul del cielo despejado
su silla tan lujosa refulgía
el yelmo y la alta pluma sobre el yelmo
como una sola llama ardían juntos
mientras él cabalgaba a Camelot.
Tal sucede en la noche purpúrea
bajo constelaciones luminosas,
un barbado meteoro se aproxima
a la quieta Shalott.
Su clara frente al sol resplandecía,
montado en su corcel de hermosos cascos;
pendían de debajo de su yelmo
sus bucles que eran negros cual tizones
mientras él cabalgaba a Camelot.
Al pasar por la orilla y junto al rio
brillaba en el espejo de cristal.
"tiroliro", por la margen del rio
cantaba Lanzarote.
Ella dejó el paño, dejó el telar,
a través de la estancia dio tres pasos,
vio que su lirio de agua florecía,
contempló el yelmo y contempló la pluma,
dirigió su mirada a Camelot.
Salió volando el hilo por los aires,
de lado a lado se quebró el espejo.
"Es ésta ya la maldición", gritó
la Dama de Shalott.
 
IV
 
Al soplo huracanado del levante,
los bosques sin color languidecían;
las aguas lamentábanse en la orilla;
con un cielo plomizo y bajo, estaba
lloviendo en Camelot la de las torres.
Ella descendió y encontró una barca
bajo un sauce flotando entre las aguas,
y en torno de la proa dejó escrito
La Dama de Shalott.
Y a través de la niebla, río abajo,
cual temerario vidente en un trance
que ve todos sus propios infortunios,
vidriada la expresión de su semblante,
dirigió su mirada a Camelot.
Y luego, a la caída de la tarde,
retiró la cadena y se tendió;
muy lejos la arrastró el ancho caudal,
la Dama de Shalott.
Echada, toda de un níveo blanco
que flotaba a los lados libremente
-leves hojas cayendo sobre ella-,
a través de los ruidos de la noche
fue deslizándose hasta Camelot.
Y en tanto que la barca serpeaba
entre cerros de sauces y sembrados,
cantar la oyeron su canción postrera,
la Dama de Shalott.
Oyeron un himno doliente y sacro
cantado en alto, cantado quedamente,
hasta que se heló su sangre despacio
y sus ojos se nublaron del todo
vueltos a Camelot la de las torres.
Cuando llegaba ya con la corriente
a la primera casa junto al agua,
cantando su canción, ella murió,
la Dama de Shalott.
Por debajo de torres y balcones,
junto a muros de calles y jardines,
su forma resplandeciente flotaba,
su mortal palidez entre las casas,
ya silenciosamente en Camelot.
Viniendo de los muelles se acercaron
caballero y burgués, señor y dama,
y su nombre leyeron en la proa,
la Dama de Shalott.
¿Quién es ésta?¿Y qué es lo que hace aquí?
Y en el cercano palacio encendido
se extinguió la alegría cortesana,
y llenos de temor se santiguaron
en Camelot los caballeros todos.
Pero quedó pensativo Lanzarote;
luego dijo: "tiene un hermoso rostro;
que Dios se apiade de ella, en su clemencia,
la Dama de Shalott".
    
    
Shalott
      
La dama de Shalott también es una de las obras más conocidas de John William Waterhouse. Fue pintada en 1888, exhibiéndose en 1894. Actualmente se halla en la Tate Britain de Londres.
  
Esta obra se inspira en un poema con el mismo título de Alfred Tennyson (poema de 1832), que forma parte de la antología clásica victoriana:The Lady of Shalott (1888), Lady of Shalott. Looking for Lancelot (1894), y I am half sick of shadows, said the Lady of Shalott (1916).
Esta trilogía tiene relación con el ciclo artúrico. Y nos relata la historia de Elena, la dama de Shalott, que fue encerrada en una torre donde tejía noche y día. Un susurro le anunció que le aguardaba una horrible maldición si miraba en dirección a Camelot: aunque desconocía en qué consistía la maldición, seguía tejiendo sin parar. Nadie la conocía, ya que vivía encerrada; algunos campesinos creían oírla cantar por las mañanas, al amanecer, y se referían a ella como a un hada. Su contacto con el mundo era a través de un espejo, que reflejaba la ventana, que le mostraba Camelot. En las telas que tejía se reflejaba lo que ella veía a través de ese espejo, como las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda. Un día, a través del espejo, Elena vio a Lancelot y se enamoró de él. Dejó de coser y, sin poder evitarlo, miró hacia Camelot. En ese momento, el espejo se quebró, las telas salieron volando por la ventana y la maldición cayó sobre ella. Bajó de la torre y cogió una barca.
   
En la escena que pinta Waterhouse se ve a Elena en una barca, fluyendo en dirección a Camelot. Se nos muestra una muchacha indefensa, con una simple túnica blanca en lugar de la poderosa bruja con el elegante vestido que solía tener. Su aspecto es el de una mujer agotada y caída a su destino, a su muerte. Su mirada está ausente, y sus brazos abandonados en señal de rendición.
Si se observan los detalles, se ven las telas en la barca que ella misma había tejido. Éstas narran las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda, así como el amor que siente por Lancelot. También cobran importancia las velas, que se van apagando a medida que la dama avanza hacia su destino.
El paisaje inglés de fondo se reduce a trazos de color apagado y los juncos que aparecen en primer plano se muestran mediante simples pinceladas. La riqueza de color y los magníficos detalles sólo se utilizan para enfatizar la figura central. Waterhouse se concentra en la atmósfera y la decoración que tan bien ejemplifica Lady of Shalott; hay menos insistencia en el diseño, y más en la atmósfera.   
   
  


Podemos encontrar una buena analogía entre este poema y nuestra propia vida. Pues así como la Dama de Shalott se halla encarcelada entre los gruesos muros de un castillo del que no debe salir, de la misma manera podemos identificarnos con ella al habitar en un “sistema carcelario” del que si sales te hallarás totalmente desamparado y a la deriva en busca de tu propia subsistencia.
El sistema nos mantiene aprisionados, y aunque sin grilletes ni cadenas nos creamos hombres y mujeres libres, no lo somos más que aquellos que en su día eran llamados esclavos. El sistema nos pone ante nuestros ojos un espejo que nos enseña una vida, una ilusión de mundo imaginario en el que creemos vivir, y a través del dulce engaño sustenta nuestra mente para que no osemos en desafiarlo o anhelamos escapar de él.
Pero un día el precioso espejo se romperá y junto a él el hechizo se desvanecerá para dejar paso a la verdad, esa verdad que nos llevará a la libertad real. Y si enfrentamos las consecuencias, sin importar cuales sean –pues ya no pueden engañarnos con falsos espejismos-, el nuevo camino se abrirá ante nosotros mostrándonos la verdadera belleza del mundo real…
Ese mundo que aunque no veamos está ahí, tras el enorme espejo que nos deslumbra y no nos deja ver más allá… Y donde la Dama de Shalott fracaso, nosotros venceremos, pues el río de la vida nos llevará de los turbios y movidos mares a las apacibles y transparentes aguas del futuro porvenir.
 
Feliz despertar…






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