A contravida

consumidos

“La única estrategia razonable ante esta evidencia es la re-localización (revertir la tendencia a la globalización vivida en décadas recientes). Estamos ante una tarea descomunal, pues requiere un cambio radical en los valores y anhelos de la mayoría de individuos de las sociedades consumistas”

Serge Latouche





Mirad la sociedad que tenemos ante nosotros: competitividad, productividad, crecimiento, ganancia, consumo, gasto… Y vuelta a empezar. Conceptos que forman parte de los mandamientos del capitalismo. Sociedad domesticada, amansada, creyentes del Dios dinero y todo lo que tenga que ver con él. Incluso hemos creado una serie de obligaciones sociales para disfrutar de nosotros mismos con la máxima eficiencia ¡no vaya a ser que estemos desperdiciando nuestro preciado tiempo!

Pero en la hora de la verdad, en esa hora en la que nadie se miente, todo cambia. La última cosa que queremos al llegar al final de nuestra vida es darnos cuenta de que lo hemos hecho todo mal.
Una enfermera, Bronnie Ware, pasó años registrando los últimos pensamientos de sus pacientes moribundos y se dio cuenta de cuales son los principales lamentos que se repiten una y otra vez. Estos son:
 
“Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida siendo fiel a mí mismo, no la vida que otros esperan de mí”
 
“Ojalá no hubiera trabajado tan duramente”
 
“Me gustaría tener el coraje de expresar mis sentimientos”
 
“Deseo haber estado en contacto con mis amigos”
 
“Me hubiera gustado permitirme ser más feliz”

 
¿Por qué entonces no somos capaces de realizarnos y cumplir con nuestros ideales a lo largo de toda nuestra vida? ¿Por qué no somos felices?

Vivimos condicionados; por padres, profesores, amigos, familiares, compañeros… Todo nos afecta. Nos juzgamos unos a otros constantemente, nos criticamos y creemos saber todo acerca de como llevar una vida ideal; porque ¡que fácil resulta imaginar, opinar e imponer el “como debería ser la vida de los demás”, aunque después no lo apliquemos en nuestra propia vivencia!.
Vivimos aterrorizados. El miedo –uno de los mayores males que nos condiciona y una de las armas de las que se vale el sistema para controlarnos- nos paraliza, nos hace conservadores, insolidarios, egoístas y mentalmente poco emprendedores.
No somos capaces de valorar nuestro trayecto de forma constructiva, como mucho reconocemos algún pequeño error –habitualmente en la más íntima privacidad, en ese dialogo interno con uno mismo. De manera que por una parte decidimos sobre otras vidas y condicionamos las decisiones que toman –llevándolos muchas veces a actuar de la forma en la que no lo harían según ellos mismos-, mientras que por otra parte no vemos ninguno de los errores o malas decisiones que podemos tomar en la nuestra y que condiciona también nuestra entera existencia.
Solo escuchamos aquello que queremos escuchar y cuando no nos interesa lo rechazamos y buscamos una “autojustificación” para acallar esa vocecilla interior que siempre está ahí –aunque no le hagamos ni caso.
Tendemos a simplificarlo todo en exceso, lo que en muchas ocasiones nos lleva a tomar decisiones rápidas sin tener en cuenta posible datos a los que deberíamos prestar atención.
No somos para nada empáticos, tan solo nos creemos que lo somos, pero en realidad lo único que decimos es: “YO haría esto o YO haría lo otro”, eso es sin duda alguna EGO y para nada tiene que ver con mirar la vida des de la perspectiva de esa persona. Por cierto, a toro pasado es muy fácil reconocer como se deberían haber hecho las cosas…
Pero no contentos con esta forma de pensar y actuar según los demás, resulta que hemos inventado un sistema formado por firmes -aunque equivocadas- estructuras, repletas de millones de micro condicionantes que nos conducen al desarrollo de un ideal de vida basado en modas, críticas, productos, promociones, entretenimiento… que al final nos lleva a vivir según los falsos ideales propuestos por una industria dedicada a vender falsos sueños que nunca podremos cumplir.
 
Os recuerdo que todos experimentamos la vida des de nuestro particular y único punto de vista. Hay que tener muy presente esto, pues cada cual vive dentro de su propia película, así que en lugar de influenciarnos los unos a los otros sea como sea, tenemos que comprendernos, aceptarnos e intentar comunicarnos de forma más sincera dejando que hable nuestra Alma en lugar de dejar que siempre se pronuncie nuestra mente condicionada.
   
capitalismo
 
Luego está la productividad. Actualmente si no eres productivo no eres nada. Y no me refiero solo a la productividad como el resultado de las horas diarias que pasamos trabajando, me refiero a todo cuanto “creemos” que es sentirnos productivos; esto es: trabajar, estudiar, criticar, comprar lo que sea como sea, salir donde sea y como sea el fin de semana, limpiar, correr, preparar la comida para mañana, pensar en qué haré mañana, poner a los niños a estudiar, trabajar, comprar… Todo menos cosas como: meditar, reflexionar, pasear sin tiempo ni rumbo fijo, observar los árboles, sentir el sol en tu piel, jugar conscientemente con los peques, pasarte la tarde dibujando o cantando o anotando tus pensares, escuchar la dulce melodía de un pájaro, respirar conscientemente, sentarte en un banco y sentir la vida… ¡Esto no se considera productivo! Y tal vez no lo sea, pero ¿nos damos cuenta de lo que valoramos hoy en día y de lo que nos perdemos?

Si somos verdaderamente conscientes del modelo social que nos han inculcado en estos últimos siglos, veremos que todo gira en torno a la productividad que no es otra cosa que -y cito textualmente de Wikipedia: “La productividad es la relación entre la cantidad de productos obtenida por un sistema productivo y los recursos utilizados para obtener dicha producción. También puede ser definida como la relación entre los resultados y el tiempo utilizado para obtenerlos: cuanto menor sea el tiempo que lleve obtener el resultado deseado, más productivo es el sistema.”

¿Acaso somos máquinas, robots o productos?

Hoy no podemos permitirnos “perder” ni un solo segundo de nuestro tiempo… Porque si queremos mantener todo lo que tenemos, este frenético ritmo de vida actual es el precio que tenemos que pagar. Nos han promocionado e inculcado valores y amor incondicional a un tipo de vida que deriva en una sociedad que ridiculiza y destruye a todo ser humano pensante e inteligente. Dicen que hemos avanzado mucho, que somos una civilización privilegiada, equilibrada, prospera y libre…
 
Vivir en esta sociedad, dicen, ¡es lo más! Nos venden una y otra vez al capitalismo como la fórmula de la felicidad, pero ¿Cómo vamos a ser felices en un sistema donde la mayoría se sienten infelices la mayor parte de su tiempo? ¿Es felicidad forzarnos a hacer algo durante la mayor parte del día a cambio de un poco –casi siempre escaso- dinero para pagar por tener algo que debería ser gratuito (casa, agua, electricidad etc.)? ¿Es felicidad que te pases el año haciendo algo que odias, sin tiempo para nada de lo que te gustaría hacer y con tan solo unos míseros días de “descanso” anuales? Descanso que después los pobres acostumbrados a ser “esclavos del sistema” no saben ni quieren hacer al jubilarse… Están tan hartos de trabajar toda su existencia que no pueden experimentar algo que no sea eso, por lo que ni siquiera entonces son verdaderamente felices.
¿Es felicidad que lo único a lo que aspiras en tu desdichada vida sea a gastar, gastar y gastar, comprando, comprando y comprando cosas inútiles para continuar fomentando/engrosando el propio sistema del que quieres huir/cambiar?
 
Si te fijas, esto es literalmente cierto. Han industrializado el mundo entero y a nosotros con él. La educación es buen ejemplo de ello, porque no se busca el fomento ni aprendizaje de todo lo relacionado con nuestro mundo, de nuestras relaciones con él y entre nosotros, o de la evolución del hombre hacia la mejora humana tanto espiritual como con relaciones tipo humano-animal, humano-naturaleza etc. No. Se busca única y exclusivamente educar a ciudadanos de un sistema capitalista basado en esa productividad –que es lo que les proporcionará más éxitos económicos para sus empresas y más riqueza para sus arcas (las de los ricachones ¡claro!, los pobres seguirán siendo pobres, de eso no me cabe duda), por lo que les interesa eso precisamente: Que los niños se conviertan en trabajadores productivos. Absolutamente nada más.
Por eso la mayoría acaba en trabajos que no les gusta, en vidas que no querían vivir y esperanzas sobre futuros que nunca se van a dar, porque mientras sigan las reglas del sistema no cambiará nada.
  
¿No son acaso la mayoría de los trabajos actuales una perpetuación del sistema consumista que nos consume? Es el pez que se muerde la cola, mientras no se detenga no se dará cuenta de su terrible error.
Por eso Experimentar nuestra corta y desperdiciada existencia de la NO-forma en la que lo hacemos es: Vivir a contravida.

¿Vas a seguir sintiéndote mal por hacer lo que te gusta?

 
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Lo que para muchos es pérdida de tiempo e improductividad, para otros es experimentar su vida siendo fiel a sus principios, a sus ideales, escuchando siempre a su alma y su corazón y no a la mente condicionada por el sistema.
 
¿Por qué nos conformamos toda la vida y generación tras generación con un sistema que nos obliga a vivir como no queremos?
Deja de entretenerte para NO pensar por ti mism@. Lucha para recuperar el control de tu máquina pensante. No permitas que te condicionen.

Si fueras realmente feliz no necesitarías nada de lo que te pueda ofrecer el sistema… Aunque ¿Qué es la felicidad?…
Tan solo pregúntate a ti mismo ¿Qué vale la pena en tu vida?

 
Como diría el maestro:

¿Por qué buscamos felicidad? ¿Por qué esa incesante búsqueda de felicidad, de dicha, de ser algo? ¿Por qué esa búsqueda, ese inmenso esfuerzo de la mente? Si podemos comprender eso e investigarlo plenamente, tal vez, conoceremos esa felicidad que no puede buscarse porque, al fin y al cabo, la felicidad es un subproducto de importancia secundaria, no es un fin en sí mismo. No tiene sentido si es un fin. ¿Qué significa ser feliz? El hombre que bebe es feliz; el hombre que deja caer una bomba sobre un gran número de personas siente euforia y dice que es feliz o que Dios está con él. Las sensaciones momentáneas, las cuales desaparecen, nos dan cierto sentido de felicidad pero no cabe duda de que existe otra cualidad que es esencial para la felicidad. La felicidad no es un fin como tampoco lo es la virtud. La virtud en sí misma no es un fin, trae libertad y en esa libertad uno descubre, por tanto, la virtud es imprescindible porque una persona no virtuosa es esclava, desordenada, está totalmente fuera de lugar, perdida, confusa. Así que tratar la virtud o la felicidad como un fin tiene muy poco sentido. La felicidad no es un fin.

Jiddu Krishnamurti


 
La adquisición de conciencia y sabiduría precisa de un tiempo que no quieren que tengamos…
  

"Te animo a que disientas, que indagues, que explores en tu propia mente y abras la puerta donde se halla tu verdadero yo. Solo hablando con él te encontrarás a ti mismo"











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